Sombras del deseo
Fecha: 27/05/2019,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
"Sombras del deseo"
por Eduardo M.
(PARTE 1)
Yo estaba atónito, por unos momentos tenía una vista maravillosa. La mujer que yo siempre había deseado, por fin estaba frente a mí. Y por si esto fuera poco nada cubría su bello cuerpo, pues lentamente fue despojándose de la ropa que vestía, incluso la excitante ropa interior de color rojo que acostumbraba.
Con una mirada intensa me dijo lo que yo quería oír, ante mi vacilante caminar, se abalanzó sobre mi y pasando suavemente su lengua por mi oído me dijo - ¡Es hora!-.
¿Es hora?
Antes que pudiera descargar todo mi deseo sobre ella, la persona de la cual habían salido esas palabras, era mi madre, que irrumpía en uno de los momentos mas gloriosos de mi vida, pero renuente a escucharla intente concentrarme nuevamente, hasta que un abrupto -¡¡¡¡¿Qué no me escuchas?!!!!.Vas a llegar tarde a la universidad.- acabó con lo que solo era un fugaz sueño.
Solo me quedaba volver a la triste realidad, era solo un día más de escuela, aburrida y desesperante como siempre, pero había algo diferente aquel día. El sonido de un automóvil inició lo que sería mi más grande sueño al fin cerca de ser materializado.
Aquella mujer de la que hablaba inicialmente, bajó del automóvil con el típico caminar que exalta, tras unos ajustados pantalones un par de hermosos glúteos, que parecían hechos a mano por un escultor.
Con alegría recibía la noticia de que diariamente nos visitaría, ¿la razón?, mi madre cuidaría de sus hijas por ...
... las mañanas, ¡Así es... era una mujer casada y con dos hijitas! Lo cual de ninguna manera alejaba mis más recónditos deseos de tenerla.
Al principio solo me conformaba con esperar su llegada y desde un sillon observarla cuando regresaba por sus hijas, era estremecedor verla entrar, su rostro casí desprendía luz, pues tenía unos ojos grandes y color miel, no podía tener una nariz más hermosa pues sería imposible, y esos labios que invitaban a morderlos como a una fresa.
Pero su cuerpo....¡Que decir de su cuerpo! El delgado cuello terminaba en unos frágiles hombros que solo eran el principio de una obra maestra de mujer, pues un par de adorables pechos resaltaban de ese formidable torso. No eran ni grandes ni pequeños, eran simplemente perfectos, sobre todo cuando los resaltaba con un sostén adecuado. Su formada cintura culminaba en el trasero más proporcionado que haya visto, solo bastaba dirigir la mirada por un momento para perderse en ese sensual y vistoso par de gemelas. Sus delicados pies eran antecedidos por la belleza de sus piernas.
Observarla de pies a cabeza se volvió mi obsesión, más aún cuando en la universidad comenzó a atender el mostrador de la biblioteca, que se convirtió en hogar y recinto de todas mis fantasías.
Acostumbraba charlar con ella cuando no tenía alguna clase o en cualquier momento disponible, al parecer todas las demás empleadas sentían la razonable envidia de trabajar con aquella mujer, todos los profesores y personal masculino la ...