1. Y de regalo: una esclava


    Fecha: 28/05/2019, Categorías: Incesto Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... recuperaba de la impresión de todo aquello.
    
    -Otra cosa más. -me dijo- También queremos compensarle el tiempo que se quede para reparar el sistema. Si le parece bien le daremos 250.000$ americanos y otros tantos si tiene que permanecer más de un mes. ¿Acepta?
    
    El vaso se me cayó al suelo y se hizo añicos. La mandíbula no se me desencajó porque me dolía demasiado para abrir la boca.
    
    Asentí con la cabeza y el oficial, riéndose, me llevó de nuevo a su despacho donde había un soldado que me acompañó hasta el coche oficial que me llevó al hotel, después de devolverme mis cosas. Lo primero que hice fue llamar a mi amiga.
    
    Al entrar en la habitación fui directo a la cama, caí sobre ella y me quede dormido.
    
    Al despertar miré a mí alrededor algo desorientado al principio. Todo estaba recogido y limpio. Me senté en la cama y empecé a dudar de que todo aquello hubiese sucedido.
    
    -Tiene que ser alguna alucinación producida por una subida de fiebre. Mañana iré al hospital para que me miren. –Me dije.
    
    Al ver que ya anochecía y notar mi estómago cómo rugía de hambre, decidí bajar al restaurante a cenar. Tras una rápida ducha y un cambio de ropa, me dirigí a la puerta y la abrí, encontrándome dos mujeres con burqa y a la que iba delante con la mano levantada, apunto de golpear la puerta.
    
    -(No puede ser) Lo siento, ahora iba a cenar, vuelvan otro día.
    
    -Tgaigo su gegalo.
    
    -Pues déjelo ahí dentro que luego vuelvo. –Y me marché a cenar.
    
    Cené con tranquilidad y aún ...
    ... estuve un buen rato tomando unas copas. Todo con la esperanza de que se cansasen de esperar y se fuesen.
    
    Cuando volví a la habitación, me las encontré a una sentada en la cama y a la otra en un silloncito que había junto a una mesa.
    
    No había cerrado la puerta todavía cuando, a un gesto de la del sillón, la de la cama se quitó el burqa y quedó totalmente desnuda. Era la joven de 18 años que me habían regalado. Ya no pude negar la realidad y decidí aceptarla.
    
    -Está bien, gracias. Ya me hago cargo yo de ella.
    
    -Serr Habiba. Estagr apgendiendo. Yo vegr si hace bien. –Dijo, sacando la vara de entre sus ropas.
    
    La muchacha se acercó a mí, me fue desnudando y me llevó de la mano hasta la cama, me ayudó a acostarme y le hice sitio a mi lado. Ella se acostó boca arriba y abrió las piernas esperándome.
    
    -No, -le dije, señalando mis moraduras- me duele.
    
    -Entonces ella se volvió hacia mi polla para hacerme una mamada. Tuve que negarlo otra vez. No tenía fuerzas ya.
    
    -No. Descansar. Quiero descansar. –Debió entenderlo, porque se bajó de la cama y se acostó en el suelo.
    
    -Sube aquí. –Le dije abriendo la sábana y dando golpes en el colchón. Se subió y acostó a mi lado.
    
    La vigilante no se movió de la silla.
    
    Tapados ambos, la coloqué de espaldas a mí, la abracé y apagué la luz. Bajo la sábana, tenía una mano bajo su cuerpo, en sus pechos y la otra libre para recorrerlo. Mi polla apoyada en su culo estaba semi-erecta. No tardando mucho, oí un fuerte ronquido y deduje ...
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