1. Hermanas de sangre


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... salían a bailar, accedieron. Así que me vi de nuevo ignorada. Ellas dos me dejaron en nuestro dormitorio y se fueron al cuarto de mis padres. Oían música, fumaban, hablaban de chicos y lo pasaban en grande. Me sentí tan furiosa que tardé una eternidad en quedarme dormida. Desperté en mitad de la noche. Había ruidos extraños. Jadeos, suspiros y gemidos sofocados. Me levanté de un salto, preocupada, sin sospechar qué estaba ocurriendo. Fui hacia el cuarto de mis padres. La puerta estaba entreabierta. Me asomé, y lo que vi me dejó helada. Mi hermana estaba sentada sobre la cama, desnuda, hermosa, con la espalda arqueada, los ojos cerrados, los puños apretados sobre las mantas y las piernas bien abiertas. Sudaba y gemía. Sandra permanecía de rodillas en el suelo, con su magnífico cuerpo desnudo también, y la cabeza en el sexo de Inge. El corazón pareció salírseme del pecho. No podía moverme, no pude dejar de mirar. Inge parecía una diosa. Sus blancos y enormes pechos se erguían desafiantes, tenía los pezones rosados y duros, los muslos perfectos cubiertos de humedad y la vulva, aquel bellísimo rincón de carne suave y palpitante, cubierto apenas por un delicado vello rubio, se abría esplendorosa bajo la lengua ávida de Sandra. Sentí algo caliente entre mis piernas. Por primera vez estaba excitada. Jadeé sin poder contenerme. Inge abrió sus ojos verdes y los clavó en mí. No se asustó. No se inmutó. Gimió largamente, como si le gustara la situación. Durante un rato que me pareció ...
    ... eterno no apartó su mirada de mí. Sus caderas se menearon con fuerza.
    
    - Mírame cariño - dije - Mírame bien, es todo para ti. ¿Te gusta?
    
    Supe que hablaba conmigo y temblé.
    
    Segundos después, su hermoso cuerpo se estremeció vencido por el orgasmo. Sandra levantó la cabeza y, al verme, se echó a reír.
    
    - ¡Vaya! Así que las hermanitas se ponen cachondas...
    
    Ella y mi hermana se besaron despacio, jugueteando con sus lenguas.
    
    - ¿Te ha gustado Inge? - le preguntó - ¿Te pone que tu hermana te mire?
    
    - ¡Oh Dios! - gimió ella - Ha sido increíble.
    
    - Fóllatela - sugirió Sandra con una perversa sonrisa - Vamos, adelante. Lo estáis deseando.
    
    Mi hermana me miró aterrada. Vi miedo en sus ojos, pero también deseo.
    
    - Hazlo tú por mí, Sandra - le suplicó entonces - Yo no puedo. No debo. Hazlo tú, Sandra.
    
    Se acercó a mí sin dejar de sonreír. Quise darme la vuelta, escapar, encerrarme en mi cuarto. Pero me sentí hechizada. Sandra me desnudó casi con violencia y me contempló.
    
    - Dios, Inge, tu hermanita es deliciosa. Mira esas piernas largas, ese culo respingón. Y sus tetitas, mmmmm. Llenas de pecas, redonditas y duras. ¡Y su coño! Tan tierno y pelirrojo...
    
    Volví a temblar, de miedo, de ganas, todo a un tiempo. Sandra me besó. Sentí su lengua invadir mi boca y me dejé hacer. No cerré los ojos. Miraba a Inge. Sus ojos parecían nublados de una extraña fiebre. Sin saber cómo, me vi lanzada sobre la cama. Sandra me abrió las piernas y sentí su lengua lamer lentamente mi ...