1. Hermanas de sangre


    Fecha: 05/06/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sexo. Gemí sin poder contenerme. Aquello era una delicia insoportable.
    
    - No tengas miedo - susurró Inge.
    
    Acarició mis tetas suavemente, tímida. Mis pezones se endurecieron. Los chupeteó con su boca perfecta. Toda mi piel se erizó. Jadeando, Inge abrió las piernas y empezó a masturbarse. La miré fascinada. Sandra se restregaba entre mis piernas hábilmente, voraz. Noté como algo crecía y se hinchaba en mi sexo. Cuando Sandra lo lamió, creí morir.
    
    De pronto, Inge se colocó a cuatro patas, hasta acomodarse sobre mi mano. Casi me desmayo al sentir su vulva abierta en mis dedos. Estaba empapada. El miedo me paralizó, así que ella empezó a frotarse contra mis dedos inertes. Gemía cada vez más fuerte. Me excité tanto que agarré la cabeza de Sandra con mi mano libre y la restregué con fuerza contra mí. Meneé las caderas enloquecida.
    
    - Mételos Hannah - suplicó Inge - Méteme tus dedos, cariño. Vamos, fóllame con ellos. ¡Vamos!
    
    Empujé a ciegas. Sentí como entraban fácilmente.
    
    - ¡Oh Dios! ¡Así! ¡Así! ¡Más!
    
    Sandra hacía estragos con su lengua. De pronto metió un dedo en mi coñito y lo meneó con fuerza. Después, mojó otro en mis jugos y lo acercó a mi culo, jugando en mi agujero.
    
    Inge cabalgaba fuera de sí.
    
    - ¡Más! ¡Más! ¡Sigue, cariño! ¡Te quiero! ¡Oh, Dios, me voy a correr!
    
    El orgasmo fue como una descarga. Abrí tanto las piernas que sentí calambres. Grité. Las tres nos amamos toda la noche, sin descanso. Perdí el pudor. Aquello era el cielo. Extasiada, ...
    ... contemplé a Sandra a cuatro patas, gimiendo de gusto mientras mi hermana metía una vela entre sus nalgas. Aprendí a masturbarme, me corrí mirándolas, chupé sus hermosas tetas, las besé, las adoré.
    
    Desde entonces, no he vuelto a ver a Sandra. Parece ser que se puso celosa. Inge y yo volvemos a estar juntas y nadie se interpone entre nosotras. Nunca hablamos de este tema, pero sé que las dos pensamos en ello día y noche. A veces intentamos olvidarlo, evitarnos, no caer de nuevo en la tentación. Es inútil. Tras varios días de abstinencia, obligadas a compartir dormitorio, baño, nuestras vidas, caemos la una sobre la otra en una fenomenal pelea de mordiscos, lametones, caricias y jadeos desesperados. Procuramos mantener las distancias. Nos torturamos de forma morbosa. Sentadas frente a frente, cada una en su cama, nos masturbamos mirándonos fijamente, conteniendo las ganas de tocarnos. A veces nos bañamos juntas. Cerramos con pestillo, abrimos la ducha y dirigimos el chorro caliente hacia nuestros coños, hasta temblar con orgasmos deliciosos. A veces nos lamemos, aprendemos los placeres nuevos de la penetración, con velas, destornilladores, con nuestros dedos o cualquier objeto que se nos pone a mano. A veces vamos al cine y ella explora traviesa bajo mis bragas, mojándome por completo y logrando que me corra apretando los dientes para no gritar. Y a veces (mis preferidas) las dos nos dejamos llevar, nos sentamos juntas, muy cerca, desnudas, frotando nuestras tetas, los pezones ...