43.2 Telmo, un chico con corazón
Fecha: 05/06/2019,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... me localizó me llevaron a otro centro, ya resultaba mayor, conflictivo y muy avispado para mi edad. Por lo menos se terminó el peregrinar de un hogar de acogida a otro.
-A los dieciocho años ya eres mayor de edad y te ponen en la calle, se supone que estás preparado para vivir tu vida sin control alguno, te dan un trabajo mal pagado que no te llega para vivir y recuerdas que tu cuerpo puede darte lo que no puedes conseguir con tu esfuerzo.
-Seguramente no es tan simplista como te lo cuento, el resto ya lo conoces más o menos. Faustin y mi trabajo aquí es lo menos malo que me ha pasado. –terminó de hablar y le veía sereno, como si la historia que terminaba de desgranar no fuera con él, o como si ya hubiera llorado para toda todo el resto de su vida y no le quedaran lágrimas. Yo aún las tenía para llorar por él, o pudiera ser que, por mí, para perdonarme el no saber entender la suerte que tenía, hacía tiempo que rodaban por mi cara bajando hasta mis labios mientras le escuchaba estremecido.
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Después de escuchar la historia de la vida de Telmo, contada con tanta brevedad y tacto para no inspirar compasión en exceso, permanecimos en silencio abrazados y desnudos sobre la cama, dándonos el calor de nuestros cuerpos.
Pasó su mano por mis mejillas y las secó, a pesar de que las lágrimas habían mojado mis labios los sentía tirantes y secos, me abrasaban y notaba la frialdad de sus dedos que los acariciaban.
-No tenía que haberte ...
... contado mí historia, mira cómo te he dejado. –le abracé y estreché con fuerza acariciando su pelo.
-No te preocupes por mí, soy un tío muy llorón, lo siento Telmo, lamento la vida que te ha tocado vivir. –me separé de él y sus brazos no querían que me soltara del todo, seguían abrazándose a mí como si fuera una tabla de salvación en un mar tormentoso y salvaje.
Unió sus labios a los míos, no me moví y permanecía parado, sus labios rozaban los míos deslizándose por ellos hasta llegar a la comisura de mi boca y allí su lengua lamió causándome cosquillas, sonreí y aprovechó para introducirla en mi boca.
Empecé a responder a su beso, era en extremo dulcísimo y suave, su lengua se deslizaba en mi cavidad bucal como si se tratara de tibia agua, o gelatina acariciante.
Seguíamos desnudos en la cama, como Faustin nos había dejado, abrazados frente a frente, su pene golpeaba en el mío cuando se aproximaba a mí para juntar su cuerpecito con el mío como buscando protección.
-Daniel, deseo que me hagas el amor, ¿tú quieres? -no hubo palabras por mi parte, solo caricias muy tiernas, besos sonoros como los que se dan a un niño al que quieres como si fuera tu hijo.
Después de estar un rato besándonos, se fue arrastrando pasando su lengua por mi cuerpo hasta llegar con su boca a mi pene, se colocó en sentido contrario a mí y encontré su verguita tiesa, deseosa de que la atendiera y la besé su capullo de punta rosa que iba enrojeciendo hacia su corona, la metí entera en mi boca ...