El relato hecho carne
Fecha: 08/06/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Gracias a la publicación de los relatos en los que contábamos lo ocurrido en los últimos meses, habíamos mantenido contacto por mail con una pareja de Madrid, Julia y Alberto. Tenían más o menos nuestra edad, ella 29 y él 27, y de vez en cuando habíamos sopesado la posibilidad de conocernos personalmente.
Un día al abrir el correo, teníamos uno suyo en el que nos proponían conocernos ese fin de semana, quedar a cenar, unas copas, etc., charlar sobre nosotros y conocernos mejor. Ana y yo hablamos sobre el tema y les contestamos: quedamos con ellos en una terraza del Balcón de Rosales.
Llegamos antes de la hora para poder verlos con antelación, sugerencia de Ana que no entendí del todo, pero así lo hicimos y puntuales llegaron nuestros "e-amigos". Alberto es alto, cercano al 1,90, castaño y muy corto el pelo, estilo militar pero con gusto, bien cortado, ancha espalda, brazos que se intuían fuertes y bastante agraciado en el rostro. Estaba fuerte, definido, pero no de gimnasio, se notaba el cuidado personal sin obsesión por los músculos. Julia era ostensiblemente más bajita, rondaría el metro sesenta y cinco, guapa, muy guapa, con una cara de esas que tardas en olvidar, pelo moreno, teñido de algún modo que le hacia parecer negro según con que iluminación se le mirase, delgada, pecho normal, seguramente una 90, no más, vientre perfectamente plano, sin atisbos de "barriguita", y un culo precioso, alto, redondo y duro (como pudimos comprobar más tarde). Observé, o eso me ...
... pareció, un intercambio de miradas entre Ana y Alberto, y lejos de enfadarme, aumentó mi curiosidad por saber como acabaría la noche.
Tras las presentaciones, unos comentarios sobre el clima para romper el hielo y una breve consulta sobre donde cenar, decidimos acercarnos a un local cercano, de comida mejicana. De camino, las chicas iban delante hablando entre ellas y yo conversaba con Alberto sobre los diferentes locales donde tomar unas copas tras la cena. Aproveché, al igual que él a mirar y comparar los traseros de las chicas, ambas muy bien dotadas y a cuál más apetecible.
Unos tacos, unos nachos y algunos platos típicos más compusieron la cena, regada con abundante cerveza, entretenida y divertida conversación salpicada de comentarios sobre relatos que se nos venían a la mente, seguramente pensando en como acabaría la noche y a cual de las historias se parecería.
Como no nos habíamos puesto de acuerdo en que zona elegir para las copas, pedimos más cerveza mientras lo decidíamos. Ana propuso ir a un pub cercano a tomar algo, a todos nos pareció bien y salimos para allá. Tres rondas de cubatas y una de chupitos de vodka elevaron la temperatura más rápido de lo que Ana y yo habíamos calculado, y sin darnos cuenta estábamos hablando de sexo abiertamente. A lo largo de toda la cena yo no había vuelto a ver nada raro entre Ana y Alberto, pero al calor del alcohol, las cosas cambiaron. Más miradas, sonrisas, y una vez que le tocó a Ana pedir en la barra, Alberto se ...