Sexo casual con un pequeño platónico
Fecha: 10/06/2019,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... paréntesis, siempre he sido partidario de la filosofía de que el físico no es importante. Cuando alguien te atrae, eso pasa al segundo plano. Cómo usualmente he dicho en mis anteriores relatos, he estado con todo tipo de mujeres. Todo tipo. Incluso tuve una fugaz relación con una modelo que, con sólo tocarme, me hacía estar duro y ocurría también para ella, puesto que cuando tomaba su mano, siempre me aseguró que se mojaba. Pero eso es otra historia y no sé si sea bueno hacer un relato sobre ello… pero me estoy desviando del punto. La mujer que tenía ante mí era sensual y sumamente hermosa. No del tipo pornográfico ni del tipo grotesco que abundan hoy en día (sobre todo en las redes sociales). Ella era distinta y su sensualidad y belleza era algo nato y puro. Si bien tenía algunos kilos de más y alguna que otra llanta, para mí era lo más endiabladamente excitante, sublime y lúbrico que mis ojos habían admirado. Y eso que sólo estaba en ropa interior. Además, yo no soy un adonis y por supuesto que también tengo muchos defectos, no obstante, como dije, el físico no me importa. Ella podría haber tenido 100 kilos de más y aun así yo me habría lanzado a intentar robarle un beso y estaría más que dispuesto a intimar con ella.
Me desnudé mirándole fijamente y ella me sonrió al verme erecto. Me acerqué a ella y comencé a besarle el estómago y el ombligo para ir bajando poco a poco a su sexo. Aspiré su aroma y para mi deleite emitía un olor inconfundible: a hembra en celo. Con ...
... delicadeza, pero cierta rapidez, deslicé aquella prenda hacia abajo y ante mi apareció una visión que quedará grabada por el resto de mis días. Ella se abrió para mí y hundí, sin más, mi cabeza entre sus piernas.
La probé y fue delicioso. Sabía exquisitamente. Una “unión de dulce y sal” a la que soy adicto. Pero me tomé mi tiempo en aquella hermosa gruta. Lamí e inspeccioné con cuidado. Haciendo círculos alrededor de su clítoris, casi rozándolo, recorriendo con mi lengua sus labios y adentrándome de vez en vez dentro de ella con mi lengua, para después, estimularlo directamente. ¡Oh, qué delicia! No sé cuánto tiempo me perdí realizándole un oral que sólo existía en mis fantasías, cuando ella me exigía más. “Sigue”. “Más rápido”, me susurraba en un suspiro mientras que sus jadeos eran música para mis oídos.
Cuando la sentí próxima al orgasmo, paré, me incorporé y se la clavé de golpe. Ella aulló de placer y de inmediato imprimí un ritmo constante, aunque no lo suficientemente rápido. Miré su rostro y me volvió a sonreír. ¡Demonios, esa sonrisa me mataba! Estuve a punto de venirme en ese instante, puesto que eso era demasiado para mí, pero logré contenerme. Le devolví la sonrisa y le levanté el bra para poder tocar sus pechos, esos divinos montes que ansiaba acariciar.
Cerca de cinco minutos después fue ella quien me detuvo. “Recuéstate”, me dijo. Obedecí de buen grado y fue ella quien me montó a mí. Normalmente soy yo quien impone el ritmo, incluso en esa posición, pero ...