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El cuñado (Final)
Fecha: 14/06/2019, Categorías: Gays Autor: angelmatsson, Fuente: SexoSinTabues
... sexi a su estilizado cuello. Caminé hasta él y lamí su oreja. Despertó sobresaltado y me miró con una sonrisa traviesa. -¿Qué haces aquí, pequeño? –preguntó. -Estoy un poco… -miré mi entrepierna-… inquieto. -Uff… eso hay que arreglarlo –dijo. Corrió la sabana y dejó descubierta el resto de su desnuda figura. Su pene se irguió como si lo hubiese estado esperando todo el día. -Hay que ser rápidos y silenciosos –susurró mientras me subía a la cama. Maniobró mi cuerpo y me dejó sobre él, justo en frente de su pene. Al instante su boca rodeó mi pene y comenzó a chupar. No esperé instrucciones y lo imité. Amé el olor de sus testículos y el de su pene. Olía a macho, a hombre. Odiaba que oliera a jabón, era muy artificial. Me gustaba su olor a pene, su olor natural. Su miembro estaba caliente y palpitante, ligeramente sudado y con un rico sabor salado. Después de nuestra sesión de sexo, ya había conseguido hallar la técnica para tragar un poco más de su verga. Si bien hubiese resultado mejor si él me empotrara la boca, creo que no lo hice tan mal. Por momentos, sólo me centraba en su glande. Lo introducía a mi boca y succionaba, aplicando fuerza con mi lengua y aplastándolo contra mi paladar. Fricción al 100 por ciento. Los dedos de Bernardo se incrustaban en mis nalgas debido al gusto. A veces me sacaba su miembro de mi boca y bajaba a lamer sus testículos. La piel de ese lugar era exquisita, elástica y se retraía cuando soplaba sobre ella. También lamía su base e iba subiendo ...
... por el tronco hasta tragarme su glande. Él, por su parte, conseguía meterse todo dentro de su boca. Le encantaba dejar toda mi entrepierna húmeda. Lamía desde mi coxis hasta mi pubis, depositando una gran cantidad de saliva en cada centímetro. Succionaba mis testículos, mordía mi prepucio y jugaba con sus dedos en mi ano. -Quiero que me la metas –le pedí. -En otro momento, hermanito –dijo cuando se despegó de mi culo-. Los papás pueden oírnos. Es mejor no tentar a la suerte. Suspiré desilusionado, pero se me olvidó cuando dos de sus dedos entraron en mi culo con fuerza. Justo su cadera se elevó haciéndome atorar con su verga, silenciando el gemido que estuve a punto de liberar. -Todavía tienes los moratones –me dijo mientras pasaba sus dedos por la parte interna de mis muslos y por algunos lugares de mis nalgas-. Esa noche fue intensa. Asentí mientras aún me recuperaba. Esa noche había sido genial, pero gran parte de mi cuerpo conservaba las marcas de sus chupones y de la fuerzas de sus embestidas. Mientras tanto, su tetilla comenzaba a ser reemplazada por un tejido de regeneración. Me avisó que volvería a meter sus dedos y atiné a cubrirme la boca para suprimir el gemido. Su boca encerró mi pene, su mano izquierda afirmó mi culo, procurando que no se moviera de su lugar, y su mano derecha comenzó a penetrarme con sus dedos. Una combinación explosiva, pues en segundos me encontraba salpicando su boca de mi traslucida leche. Bernardo la saboreó a la vez que movía su cadera y ...