Cogí con mi novia, su madre y sus hermanas (Capítulo 16) El pene chico ya no es
Fecha: 17/06/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: felodel2005, Fuente: CuentoRelatos
DÉCIMO SEXTA PARTE: Inimaginable convivencia
Pasó un par de días y el momento de despedirnos de la familia llegó. Nos fuimos en medio de abrazos y de buenos deseos por el año que comenzaba y por lo que se nos vendría de aquí en adelante conviviendo y organizando nuestro matrimonio. A último momento apareció Helena para despedirse. “Creo que esto es tuyo”, fue lo último que dijo a Majo mientras sostenía su espejo en una mano.
Majo subió al auto en silencio. Permaneció así por unos cinco minutos. Luego me preguntó por qué Helena tenía su espejo. Le dije que no tenía idea, “supongo que lo habrá tomado en algún momento o se lo habrás prestado y no lo recuerdas, yo qué sé…”.
Los meses fueron pasando y Majo se iba entusiasmando cada vez más con el matrimonio; día y noche pasaba calculando hasta los más mínimos detalles de su día perfecto.
Nos salía todo muy bien, los dos disfrutábamos convivir. Ocasionalmente peleábamos, pero generalmente era por tonterías. El resto del tiempo lo pasábamos sensacional, Majo y yo solo nos separábamos al momento de ir a trabajar; las horas que nos quedaban libres las aprovechábamos para estar juntos; con sus amigos, con los míos, por ratos solos en alguna salida romántica y en otras ocasiones en un plan bastante íntimo. Fueron meses en los que no se me pasó por la cabeza estar con otra mujer que no fuera Majo.
El día de nuestro matrimonio llegó. Fue una boda sencilla, a campo abierto y con muy pocos invitados; apenas las personas ...
... más cercanas a nosotros. Era una época en que a los dos nos iba muy bien económicamente, así que decidimos pasar la luna de miel en Puerto Rico.
Hicimos las típicas visitas a sitios turísticos; el Castillo del Morro, el monumento al campestre en Cayey, el Teatro Braulio Castillo, el Paseo de las Estrellas, en fin. De noche hicimos también lo habitual, paseos por la ciudad, un poco de fiesta y por supuesto mucho sexo.
Había decidido compartir el resto mi vida con Majo por un impulso, por un momento de locura; pero no me arrepentía para nada. Por lo menos en la isla todo fue perfecto; era una de esas épocas en que creía que todo sería así para siempre.
Tristemente el paseo terminó y tuvimos que volver al ritmo normal de nuestras vidas. Al retornar parecía que todo seguía siendo un sueño, pero solo fue por unos días.
Un viernes en la mañana sonó el timbre; me vestía con mucho apuro porque iba tarde para el trabajo. Majo estaba aún bañándose y también se le hacía tarde. Abrí la puerta, en frente Mariajosé. No la veía desde el día del matrimonio. Se me hacía extraño que nos visitara a esa hora. Pero no venía de visita.
Al detallar bien todo su cuerpo noté que traía consigo una maleta. Entró al departamento casi sin saludar; muy apurada y enfadada. “Voy a vivir un tiempo con ustedes”. No procesaba lo que me decía, como que no podía creerlo. ¿Qué pinta Mariajosé en este momento en que todo nos sale perfecto con Majo?
- Me quedo con ustedes, no quiero volver a ver a ...