El secreto de Rita Culazzo (Parte 3): La ley de gravidez
Fecha: 17/06/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos
... y lo arrancó de las nalgas de mamá como arrancaría un potente imán de neodimio del más precioso metal. En ese momento, los hermanos se trabaron en lucha insultándose furiosamente como si fueran enemigos. Mi madre, sin abandonar su posición perruna, giró su cabeza e intervino en el diferendo:
–No peleen, hay para los dos –les dijo con voz de puta arrebatada mientras se manoseaba una de sus nalgas.
Mis primos detuvieron la pelea y contemplaron fascinados aquel enorme y redondo culo dispuesto como gigantesca manzana partida por la mitad; vieron las violentas contracciones de su apetitoso orificio pidiendo con desespero que alguien volviera a salvarlo del incómodo vacío, y se reconciliaron en una maravillosa doble penetración anal. Lautaro trepó sobre la cama de un salto y, con un pie a cada lado de la humanidad de su preñada tía, la entubó desde arriba, al mismo tiempo que Daniel, con los pies en el suelo, la empernaba desde atrás. Los dos vergones unidos invadieron el culo de mamá como si fueran un atado de leña gruesa. Ella comenzó a gemir estruendosamente: estaba gozando como una yegua.
Quizá fueron esos hondos quejidos los que atrajeron más gente a la fiesta, o quizá todo estaba cuidadosamente calculado: mi tío Juan apareció de repente en la habitación y fue derecho al encuentro de su cuñada. Pasó por delante de sus hijos, que seguían culeando a mamá con acrobático ritmo de vértigo, y trepó en la cama como gato para quedar frente a frente con la puta y meterle la ...
... lengua hasta la garganta. Luego se arrodilló sobre el colchón y liberó su increíble miembro, grueso y venoso, más impresionante aún que los de sus hijos, y lo introdujo en boca de la gestante mientras la tomaba fuertemente de los pelos y le sacudía la cabeza como forma de dirigir el impaciente acople buco-genital. Mi madre tuvo que abrir la boca hasta casi rajarse la unión de sus labios para hospedar tamaño pedazo de verga enhiesta de pura sangre.
Yo hacía rato que me pajeaba dentro del clóset; la imagen de mi panzona madre doblemente enculada por sus sobrinos y atragantada por el majestuoso palo mayor de su cuñado, me había puesto a mil. Pero todavía le faltaba una pieza a ese engranaje hedonista: de pronto, mi tía entró en la habitación como un rayo y se entreveró diligente en el épico saturnal. Sus manos volaron por el cuerpo de mamá magreándole la espalda, los pechos y el abultado vientre, mientras profería una serie de epítetos que soezmente pretendían resumir lo buena que estaba su hermana y lo puta que era.
Luego se acostó boca arriba en la cama, se deslizó hasta quedar debajo de mi madre y su boca lactante mamó de los hinchadísimos pechos de la embarazada. Instantes más tarde, mi hiperactiva tía abandonó esa posición de mecánico de automóvil y se entremezcló en la incesante culeada junto a sus hijos; lo hizo en forma tan impetuosa que accidentalmente atropelló a Lautaro haciendo que éste perdiera estabilidad y cayera encima de mi desmayado y semidesnudo padre. ...