1. Mi accidente


    Fecha: 28/08/2017, Categorías: Incesto Autor: Cabrera1993, Fuente: CuentoRelatos

    ... verla reír, lo era más que me desnudara.
    
    Cariño, ¿Te hago daño?.
    
    No, mami, no te preocupes.
    
    Si ves que te duele o que aprieto demasiado, por favor, dímelo.
    
    Gracias. Eres un encanto.
    
    Huy!, eso de encanto, que no lo oiga tu padre.
    
    Jejejeje.
    
    Y poco a poco, con total ternura, mi madre extendía la crema por mis aun hinchados genitales. Por cuenta propia, también decidió echarme un poco de crema por la base el pene, por el tronco, "Por si acaso".
    
    Mamá, ¿Y no crees que debería de ponerse un poco erecto el pene?
    
    Hombre, debería, pues debería. Te estoy acariciando tu cosa con mucha suavidad y no noto para nada que esté erecta.
    
    En otras condiciones debería de estar ya empalmado ¿no? [Yo me sentía un emperador con mi madre en mi habitación tocándome el pene].
    
    En otras condiciones esto jamás habría ocurrido, cielo. Y, por favor, Jaime, no digas este tipo de cosas que me pongo roja como un tomate. Además, tu padre está desayunando y te aseguro que para nada le gustaría escuchar esta conversación.
    
    Me guiñó un ojo para que no me sintiera incómodo, pues ella quería que estuviera relajado en esa situación tan comprometida.
    
    Esos 10 días pasaron fugaces, como un relámpago, como unas vacaciones que nadie se las espera. Esa situación hizo que entre mi madre y yo hubiera un clima, una química especial, una mirada diferente, que antes no había. Cualquier muchacho en mi situación se habría enamorado de su madre.
    
    El último día, la última aplicación de esa ...
    ... bendita crema, llegó. Era temprano, como los otros días. Después de desayunar juntos mi padre, mi madre y yo, los dos nos íbamos a la habitación seguidos por la mirada perturbada, dubitativa y perdida de mi padre. Él se quedaba leyendo el periódico sabiendo qué pasaba en la habitación de al lado.
    
    Lo que pasó ese día es que mi madre iba muy mal de tiempo, a toda prisa, estresada de trabajo. Y por eso se olvidó de abrocharse del todo su blusa, con lo que yo tenía una vista perfecta del pecho (talla 80) de mi madre, su sostén y su precioso canalillo. Empezó con la crema y curiosamente ese día sí que se me empalmó.
    
    Vaya !, hoy que es el último día va y se te empalma.
    
    [¿Vaya?, pensé yo. Parecía un lamento. ¿Querría verme empalmado?]
    
    Además, mi mirada estaba totalmente clavada en su escote. Y ella se dio cuenta.
    
    Mamá, perdóname, de verdad. No sé que me pasa, pero hoy no puedo parar esa excitación.
    
    Bueno, tranquilo, es natural y no deja de ser una buena señal. Es normal que te pongas empalmado. Ya me parecía a mí que tardabas.
    
    Gracias, mamá.
    
    Andrés, eso sí, deja de mirarme el escote que tengo la mano llena de crema y no puedo abrocharme.
    
    Si quieres te abrocho yo…
    
    No. No hace falta. Ya estoy acabando. Bueno, caballero, un beso por lo respetuoso que has sido estos días.
    
    Y me dio un estupendo beso en la mejilla que me hizo dar un suspiro.
    
    Hasta este momento, nuestra relación seguía siendo la de una madre y un hijo, con el respeto convencional que obliga ...
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