1. Mi accidente


    Fecha: 28/08/2017, Categorías: Incesto Autor: Cabrera1993, Fuente: CuentoRelatos

    ... toda la casa. Mi madre no paraba de sonreírme y de mirarme a los ojos mientras me acariciaba el cuello y mi pecho.
    
    De repente, mi madre echó un enorme suspiro y echó su cuello hacia atrás lo más que pudo y no paraba de machacar mi polla contra sus muy húmedas bragas. Acababa de romperse del todo el tabú. Acabábamos de romperlo todo. Hasta ahora prácticamente había ayudado a su hijo asustado y enfermo. Hoy disfrutaba con su hijo, gozaba de él, tenía sexo con su hijo Andrés
    
    En ese trance de erotismo y pasión, como puse, de un solo intento, desabotoné el camisón de mi madre dos botones, dejando más al descubierto su pecho sin sostén, sus tetas, las tetas de mi madre casi al desnudo, bailando para mí. Mis dos manos sobaron su pecho por encima del camisón, sin pudor, con lascivia, sin freno alguno. Los levantaba, los pesaba, jugaba con ellos.
    
    Abrí más su escote con la intención de tocarle las tetas directamente, sin ropa de por medio, para probar el tacto de su piel, de su carne. Pero ella me apartó dulcemente la mano.
    
    No cariño, eso no puede ser, tiene que haber una barrera. No.
    
    Por favor, te lo suplico, hoy, ...
    ... sólo hoy.
    
    No, ya he hecho bastante. No puedes pedirme eso [Me dio besos en la mejilla para calmarme].
    
    Estoy a punto, Mamá, me corro...
    
    Como pude, alcé mi cabeza y la lamí en los labios. Ella se rió. Vio que su hijo estaba excitado como un caballo. Hay cosas que no tienen marcha atrás. Otra vez lo intenté y esta vez ella se rindió, permitió que tocara su pecho totalmente al desnudo, sus duros y erectos pezones, su cuello, apretándolo, casi haciéndole daño. Ella cada vez suspiraba más..
    
    Andrés, hijo, que la que se corre soy yo... !
    
    Mamá, ya me corro, ya me corro...
    
    Se apartó un poco y con su mano dio los últimos masajes a mi pene para que me corriera. Semidesnuda, desabrochada por completo, abochornada, colorada, excitada por su hijo, aceleró el ritmo de su mano y vio como su amado hijo Andrés echaba un chorro enorme de semen que llegaba a la almohada.
    
    Nos quedamos en esa postura unos minutos, mirándonos, sonriendo levemente, sin hablar nada. Lo habíamos hecho. Le había visto las tetas, se las había tocado, la había lamido, la excité, me masturbó, me besó, me acarició. Distábamos de ser sólo madre e hijo. 
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