Tarjetas Black 1
Fecha: 03/07/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos
... nada. Ven...― ordenó éste.
No esperó a que ella respondiera, literalmente llevó a la mujer por el edificio hasta el aparcamiento. Yeimy permaneció muda durante el camino, hasta que le abrió la puerta del coche esperando que ella subiese.
― Ya está bien, ¡suéltame!― dijo Yeimy con voz firme.
Róber la soltó pero con las mismas le dijo ― Sube.
Durante unos segundos se miraron a los ojos sin pestañear. Para bien o para mal, ella debía tomar una decisión apremiante. Aquel hombre sabía lo que quería, y ella también lo sabía. Róber transmitía seguridad, osadía y eso sacaba de quicio a la joven mujer. Estaba muy nerviosa pero por alguna razón confiaba en él. Róber no le haría daño, estaba segura, ni la forzaría contra su voluntad. Aquel hombre tosco y salvaje era también un caballero... De forma mecánica Yeimy se subió al coche como si no tuviera otra opción.
― Llévame a casa― pidió Yeimy.
― Claro… después.
Una vez en marcha tomaron la avenida de España en dirección al centro de la ciudad. No tardaron en llegar a su hotel.
― ¡No voy a entrar ahí, déjame bajar o grito!
Róber detuvo en seco el vehículo, la hizo mirarle a los ojos y le dijo.
― Claro que gritarás, preciosa... ― y la volvió a besar igual que la había besado en la oficina.
Róber se adelantó para solicitar la llave de la habitación. Cuando el atento empleado preguntó si la señora deseaba algo Yeimy trató en vano de ocultar su rostro mirando la decoración de aquella deslumbrante recepción. ...
... Sin duda tanta luz sólo pretendía que las cámaras de seguridad grabasen con nitidez a cada huésped.
Mientras Yeimy se preguntaba qué le haría, en lugar de cogerla de la mano Róber la arrastró tras de sí hacia el ascensor sujeta por la muñeca. Todo era trepidante, urgente, torpe. Una vez en la habitación Róber la arrinconó contra la puerta y escuchó como echaba el cerrojo. En vez de sentirse encerrada, la joven esposa se sintió aliviada, nadie les sorprendería, todo quedaría en la intimidad, en secreto. Aquel lugar era tan sugerente y elegante como él, un cómplice circunstancial que Yeimy agradecía.
Había una alfombra color beige de pelo largo bastante afelpado, al fondo de la amplia habitación se encontraba una cama de estilo contemporáneo de gran tamaño. La casualidad quiso que la suite contase además con un enorme armario cuyas puertas eran espejos, justo como el que a ella le habría gustado poner en su habitación de matrimonio. Mientras Róber le comía el cuello con pasión distinguió un confortable sofá súper elegante de cuero marrón frente a una gran pantalla de televisión, también un pequeño tocador y una lámpara de pie orientada al techo. Al fondo, unos metros más allá se encontraba el baño a través de cuya puerta se distinguía en parte un jacuzzi con exterior de madera. No sabía de cuantas estrellas era aquel hotel pero sin duda ningún hombre la había llevado a un sitio así.
Comenzaron a acariciarse y besarse de forma desesperada. Róber ni siquiera perdió el ...