1. Mi esposo está de viaje y quiero que me folles


    Fecha: 15/06/2017, Categorías: Infidelidad Autor: LaBellu, Fuente: CuentoRelatos

    ... yo no estaba dispuesta a dejarme timar.
    
    —Lo dice un informe oficial y legal.
    
    —¿Informe?... ¿Dónde está ese informe?
    
    Nuevamente Rufi agotaba mi paciencia.
    
    —No creerás que lo voy a llevar a todas partes. Antes lo hacía, pero como el carnicero no me lo pedía al comprar la carne, ni el pescadero al servirme el pescado, ni el peluquero al peinarme, ni Perico el de los palotes al saludarlo por la calle, no tenía sentido ir cargada con él. Por esto lo tengo en casa, colocado en mi tocador, junto a la figurita de un santo que me recuerda lo sensata que soy.
    
    Mi maniobra de distracción, que no tonterías dichas sin ton ni son, sirvió para que ni cuenta se diera cuando me senté sobre su polla y la hice desaparecer dentro del coño.
    
    —Ahora relájate y no me respetes tanto, que sabes que mi marido esta noche no existe —le dije tapando su boca con tres dedos, al tiempo que subía y bajaba mi cuerpo sin demasiada prisa, percibiendo el roce de las penetraciones, gozando con los primeros brotes de placer.
    
    Imagino que sería porque definitivamente había desterrado de su mente a mi Paul, o por lo que quiera que fuere, pero el caso es que Rufi, por fin, comenzó a comportarse como debería hacerlo todo hombre que disfrute de mi espectacular cuerpo, aunque ligeramente rellenito, y de las ganas que puedo llegar a poner cuando me siento sucia. Y es que me mataba de gusto con bruscos movimientos de la pelvis, coincidiendo con mis bajadas, al tiempo que me estrujaba la teta derecha, ...
    ... antes de bajar la mano y acariciarme la cadera, para luego ceñirla a mi cintura. Finalmente, irguiendo mi torso, llevando sus manos con las mías a mis pechos, apretando para que los aplastara, recliné la cabeza hacia atrás en el momento esperado, y la agité de un lado a otro al sentirme atravesada por un glorioso orgasmo que me llevó a la cima del placer.
    
    Descansamos durante unos minutos para tomar aire, para recuperar el aliento y las ganas de seguir. Yo lo hice practicándole una leve mamada, sin embalarme demasiado pues, siendo egoísta, pretendía que aquello durara cuanto más mejor.
    
    —Me encanta cuando me follan en la posición del misionero —dejé caer para mantener la llama encendida, cuando mi mandíbula dijo basta debido al cansancio—. En esa postura, con las piernas y el chocho bien abiertos, ladro como una perra cada vez que me la clavan, una, y otra, y otra vez, así hasta que el cuerpo aguante. Aunque, si voy más allá, lo mejor es que después, y para terminar, me den bien fuerte desde atrás. En momentos así, la policía va y viene de mi casa debido a las múltiples denuncias por escándalo que formulan mis vecinos.
    
    —No creo que los míos tengan cojones —dijo un hasta entonces desconocido Rufi. Este repentino cambio de actitud me dejó de piedra—, porque vas a gritar, ¡vaya si vas a gritar!
    
    Atónita, cumplí al pie de la letra sus órdenes, consistentes en tumbarme boca arriba en el sofá, abrir las piernas todo lo posible, que del coño ya se encargaría él, y rezar para ...
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