Compartiendo a Edith
Fecha: 29/08/2017,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... había visto ten deliciosa a mi esposa, al punto que sentí ganas de follármela ahí mismo pero pudo más mi obsesión por compartirla con un desconocido.
-Buenas noches. Gracias a ambos por venir.
-Buenas noches. Me llamo Miguel.
-Y yo Edith. Gracias por la invitación.
-Mucho gusto; yo soy Mariano. Pasen, por favor.
-Qué tal. Me llamo Lucille. Qué bueno que vinieron.
La habitación, enorme y de una elegancia diría yo que victoriana, era prolija en muebles apropiados para el sexo. Había bocadillos y champaña en todas las mesitas pero en la mesa principal había un baño maría con toda clase de mariscos incluyendo calamar, langosta y arenque en unas salsas deliciosamente indescriptibles. Mientras degustábamos los mariscos, hablamos del gusto cultural de ellos y tan pronto como apareció la palabra matrimonio, él nos dijo con firmeza que aunque llevaban ocho años de casados, la relación es enteramente abierta, a lo que ella asintió sin chistar, mientras me miraba a los ojos y bebía un sorbo de champaña. Él no paraba de admirar las piernas y el trasero de mi Edith cada vez que podía y sin ningún disimulo y fue precisamente ella quien rompió el hielo.
-Nosotros aún no hemos dado el paso pero ya lo hemos hablado y en cualquier momento lo daremos.
El tipo estaba duro como piedra, sin duda estaba en buena forma y quizás había consumido algo que le ayudara en tan particular ocasión. La chica, por su parte, aunque con menos verbo que él, nunca disimuló su interés al ...
... respecto.
-¿Y creen que esta pueda ser la oportunidad de dar ese paso?
-Claro- respondí casi de inmediato, mientras mi corazón palpitaba con fuerza.
Hubo un silencio prolongado; mi esposa se notaba nerviosa y en un momento dado, la pareja se miró como acordando algo y ambos se levantaron trasladándose de su sofá al nuestro; ella tomó mi mano y me hizo levantar hacia donde ellos habían estado, mientras que él se sentó junto a Edith y tomó sus manos que temblaban pero no se resistieron. Yo me quedé mirando mientras acariciaba la espalda de Lucille y cuando el viejo besó a Edith y ella le respondió, me sentí tranquilo y besé a la chica mientras metí mis manos entre su falda. Me quitó la camisa y empezó a besar y lamer mi pecho; cerré mis ojos y lentamente abrí la cremallera en su espalda y bajé su vestido hasta quitárselo completamente. Su lencería era roja y con encajes; piel morena y cabello negro azabache larguísimo que caía sobre mis hombros. La mujer bajó a mis caderas, abrió mi cremallera y sin dudarlo se puso a lamer mi pene que ya estaba duro y mojado; me concentré en la chica hasta que los gemidos de Edith me hicieron mirar: el tipo la tenía recostada en el sofá, la tomaba por los muslos y chupaba como animal sediento la vagina de mi esposita, quien tenía sus ojitos cerrados y hacía un gesto de placer. En un momento dado los abrió y me miró mientras la chica tragaba polla como una puta, lo cual al parecer puso más cachonda a Edith y empezó a acariciar los blancos ...