Sex on the beach
Fecha: 10/07/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos
... Jugo de melocotón. Peachtree es el exclusivo espíritu de melocotón blanco, que ofrece al camarero muchas oportunidades de mezclas únicas y emocionantes. Claro como el cristal, el espíritu de la luz, que revienta con el sabor de los melocotones maduros de árboles. Graduación alcohólica: 20º.
(2) Dekuyper Raspberry es un licor elaborado con extractos de frambuesas frescas. Se trata de una fruta muy delicada, compuesta por pequeñas bayas sin hueso, con mucha pulpa. Pertenece a la destilería holandesa De Kuyper Royal Distillers, fundada por Peter De Kuyper y Anna Custers en 1695. Se trata de una de las empresas familiares más antiguas de Holanda y uno de los principales elaboradores de licores de coctelería del mundo.
(3) El Midori, en japones significa ‘verde’, es unlicor de color verde claro y sabor a melón fabricado por Suntory en México, originariamente se elaboró en Japón hasta 1987. Fue presentado en 1978 en NY. Su contenido de alcohol ocila entre el 20 y 21% por volumen. Es extremadamente dulce, por lo que se usa para elaborar cócteles, por ejemplo un Japanese slipper. El Midori suele usarse en varios long drinks, con limonada, zumo de limón fresco, de lima, piña o naranja. Se usan sabores ácidos para compensar su dulzor. (Wikipedia)
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Pero yo no soy ni cocinero, ni coctelero, sino un tipo al que le gusta el «sex on the Beach», es decir, tener sexo en la playa. Pero sexo en la playa se puede tener de muchas maneras, como en la disco, en un barco, en un ...
... avión, en un cine, incluso en la propia cama. La historia merece tener este título porque ocurrió como sigue.
Como siempre iba la playa y dudaba si ir en mi coche o en el autobús. Salgo a la calle y me da pereza conducir. El día era esplendoroso, un sol de puta madre, vamos que no se divisaba ni una pizca de nubes en todo la placa azul metálico del cielo. A la sombra un calor de mil demonios, al sol era como estar en el infierno. Pero estos son los días que me gustan, cuando el sol quema más que las brasas candentes y apetece ir al mar, entrar, estar en pelotas dentro del agua y que ocurra lo que se presente. No son días para pensar y calcular sino para dejarse llevar o dejarse hacer.
Digo: “me voy en autobús”, por lo tanto me enfundo la camiseta de tirantes muy sesgada con espalda nadador que llevaba al hombro, que con ser rosada reflectante era suficientemente llamativas y el short muy corto en verde reflectante, porque en día como este hay que ir así, a brillar más que el sol. Ya solo con ponerme la camiseta en la calle se volvió mucha gente a remirar, pero con mis gafas, al menos, ya no ven mi rostro de caradura. Me encaminaba a subir el bus y, cerca de la parada, escucho mi nombre, me vuelvo y desde el coche me llamaba un amigo mío, Lizardo. Estacionó a mi lado y pregunta:
—¿Dónde vas?
— A la playa.
— Sube y vamos los dos.
Abro la puerta, me pongo en el asiento a su lado, tiro del cinturón, me lo coloco. Teníamos un semáforo delante, suelto el cinturón, lo ...