1. El calvario de Luciana (3)


    Fecha: 12/07/2019, Categorías: Hetero Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    ... tesoro, me voy. Ahora descansá.
    
    -Luciana abrió los ojos y dijo: -Sí, doctora Mónica, usted me ayuda.
    
    La doctora se incorporó, satisfecha, y salió de la habitación para dirigirse al saloncito al encuentro de Emilia, que la esperaba impaciente.
    
    -¿Cómo anduvo todo?
    
    -Perfectamente, como siempre. –contestó Mónica mientras se sentaba junto a la dueña de casa en el sofá de pana verde. Encendió un cigarrillo, dio una primera y larga pitada y mientras exhalaba el humo agregó:
    
    -La sesión de hipnosis funcionó diez puntos, con repetirla tres veces en los próximos siete días y que vos le administres una pastilla de la droga cada noche después de cenar en una semana te la tengo lista. Mientras tanto dejala en esa habitación y ya sabés el resto: que no vea a nadie que conozca, ni a vos, ni a Elba ni a los mucamos si es que ya vio a esos tipos.
    
    -Los vio. –dijo Emilia. –Fueron ellos los que la redujeron y la llevaron a la celda. Pero no hay problema, la voy a hacer entender por alguna de las sirvientas.
    
    -Eso es. –apoyó la doctora. –Elegí a alguna y hacela venir así le doy instrucciones.
    
    Emilia pensó un momento y luego oprimió el timbre de llamada a Elba. Cuando el ama de llaves se presentó le dijo:
    
    -Decile a Luisa que venga inmediatamente.
    
    Dos minutos después Luisa se presentaba ante la patrona. Era una mujer de unos cuarenta y cinco años, de estatura media, regordeta, piel cetrina y cabellera oscura hasta el límite inferior de las orejas. Como todo el personal ...
    ... de la mansión, pertenecía a la organización delictiva que Emilia comandaba.
    
    -Diga, señora.
    
    -Luisa, supongo que sabés que tenemos un ejemplar nuevo.
    
    -Sí, señora.
    
    -Bien, la doctora Mónica empezó a tratarla hoy y vos vas a encargarte de atenderla mientras dure el tratamiento, así que escuchá a Mónica. Y la médica le dijo: --Le llevas el desayuno, el almuerzo, la merienda, la cena y le hacés tomar la droga todas las noches después de comer. Me la hacés bañar todos los días y te mostrás amistosa pero sin hablarle más de lo imprescindible. No le contestás ninguna pregunta. ¿Entendiste?
    
    -Sí, doctora. Como con todas las que me tocó atender. –respondió la mucama con algo de suficiencia.
    
    -Exactamente. Bueno, tomá, éstas son las dosis de la droga para una semana. –y le dio un frasquito con siete comprimidos de color rojo que la mucama guardó en el bolsillo derecho de su uniforme, un vestido azul con vivos blancos en las mangas cortas.
    
    -Podés irte. –le dijo y Luisa abandonó la habitación curiosa por conocer a la nueva, que le había sido muy ponderada por los dos mucamos.
    
    Se dirigió entonces a la habitación donde tenían a Luciana y entró luego de que uno de los mucamos le abriera la puerta siempre cerrada con llave. Luciana reposaba tendida de espaldas en el lecho. “Los chicos no exageraron. Está muy buena”, pensó mientras se acercaba a la cama. Fue entonces que la joven abrió los ojos.
    
    -Hola, preciosa. –la saludó Luisa.
    
    -Hola. –contestó Luciana con la voz ...
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