Adonis
Fecha: 20/07/2019,
Categorías:
Erotismo y amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Y aquí estoy sentada en el carro a su lado, él me habla y sonríe mientras maneja, y muy dentro de mi tengo una mezcla de miedo y emoción, de ese primer día de un trabajo nuevo, de esa primera cita, de los momentos previos a hablar en público. Ese pánico a no hacer las cosas bien pero a la vez la emoción de un momento que has deseado mucho. Es gracioso que me haga sentir así, tenemos ocho años de conocernos y al menos dos desde que lo hicimos por primera vez. Pero, en realidad no se porque me sorprende, si desde el primer momento que lo vi generó en mí esa montaña rusa de emociones.
Tenía apenas dos semanas de trabajar en esa oficina, cuando mi jefa me invitó un viernes después del trabajo con un grupo de compañeros a tomarnos algo a un bar. Cuando llegué ahí estaba, 1.85 mts de una presencia totalmente abrumadora, es imposible que pase desapercibido, unos ojos verdes de mirada felina que te acarician mientras te desnudan, una sonrisa de niño pícaro que a los 42 años hacía que cualquier mujer cayera a sus pies, esa voz, una voz atronadora de risa elegante y envolvente, todo en él es como un imán que te atrae irremediablemente. Y yo con tan solo 25 años aún no había desarrollado esas cualidades de mujer madura de las que tanto hostento ahora, físicamente era bonita, pero me faltaba mucho aún para ser la mujer que él conoció después.
Trabajamos en la misma empresa pero en oficinas separadas, así que durante seis años me quitó el aliento cada vez que salía del elevador, ...
... traje entero, ese perfume, esa sonrisa, y me daba un beso en la mejilla, que me dejaba horas después de su partida con la mente puesta en él. -Cuando vamos a tomarnos algo- decía, y yo con las piernas temblando y una sonrisa boba le respondia -nooo gracias, usted es muy bicho-, cuando en realidad pensaba que jamás estaría a la altura de la situación, de un hombre que era conocido en la empresa como él Adonis que conseguía a las mujeres más bellas y las hacía a su antojo.
Seis años invitandome a salir, seis años acariciando la idea de besar esos labios, y en esos años empecé a crecer como mujer, aprendí, descubrí y experimente cosas con mi sexualidad que me hicieron más segura, cambie más allá de un natural pero muy favorecedor aumento en mis senos, cambie de mentalidad, me ame, y ame la mujer sexual en la que me convertía. Y entonces llegó el punto donde me sentí suficiente para decirle, vamos por esa cerveza.
Y ahora, dos años después, hemos compartido muchas cosas deliciosas que me abrieron otro mundo sobre él, han habido meses enteros sin siquiera vernos y tiempos de mucha pasión, pero nunca he podido superar ese cuerpo, esas manos, esos ojos, ese deseo. Y sigue actuando en mi tal y como la primera vez, una presencia que golpea mi piel como un látigo de cuero que no lastima solo pica, esa sensación de querer más porque es dolorosamente placentera. Sabrá él efecto que causa en mi, me imagino que si, pero si es así nunca me lo va a demostrar. Y mientras conversamos y ...