1. Uno arriba, otro abajo. Yo llena de leche (Parte I)


    Fecha: 23/07/2019, Categorías: Lesbianas Autor: MariaDream, Fuente: CuentoRelatos

    Uno encima, otro debajo, y yo llena de leche.
    
    Llevaba tiempo sin escribir, siempre condicionada por la falta de tiempo. Es difícil compaginar mi vida laboral (puta) y mi vida familiar (madre soltera). Ser puta no es una opción, sino una obligación que la sociedad me ha impuesto desde que nací. Cuando era pequeña, me dieron como juguetes un bebé de plástico, un juego de sartenes de cocina, y un vestido de princesa. No fue elección mía. Quizás detrás de todos esos regalos se encontraba el machismo que sigue castigando nuestra sociedad. O quizás no era más que una preparación para la vida que me esperaba. En esta ocasión os contaré una experiencia ocurrida recientemente, apenas una semana, y que me ha hecho reflexionar acerca de lo que ha sido mi vida hasta ahora. Siento repugnancia por aquellos que semana a semana me follan pensándose que soy de su propiedad, y sólo espero que algún día en vez de ser yo quien me ponga de rodillas a comerles la polla sean ellos quienes supliquen por comer mi coño. Digo esto para que ustedes mis lectores no piensen que ser puta por elección es un camino de rosas que “guarras como yo” eligen, sino que a mujeres sin futuro como yo se nos impone. Pensé en todo esto por la experiencia vivida que a continuación les relato y que hicieron recordar momentos de mi infancia.
    
    Como de costumbre, llegadas altas horas de la noche, y habiéndome asegurado que mi hijo se encontraba completamente dormido, era la hora de salir a trabajar. Tras encargar a ...
    ... mi vecina su cuidado, algo que ya he contado en relatos previos, me dispuse a coger un taxi que me llevaría hasta una carretera en las afueras de la ciudad. Durante los últimos meses, y como ya saben, había tenido algo así como un alto caché, algo parecido a lo que puede considerarse una puta de lujo, que sólo folla con maduros en hoteles caros a cambio de un buen puñado de billetes, pero las circunstancias, y quizás el hecho de haber agotado los viejos de la zona, me obligaron a volver a las andadas en la carretera como puta barata. Quizás la falta de trabajo esté relacionada con que ya no soy la jovencita de 20 años que solía ser, y que ser madre y haber dado a luz a una criatura haya marcado mi cuerpo. No sé.
    
    Durante el trayecto, comencé a sentir el machismo en mi cuerpo. El conductor no quitaba sus ojos de mí. Era un hombre, de unos 40 años, entiendo que no se puede luchar contra el hombre que se lleva dentro, y entiendo una erección espontánea al verme vestida de puta. Pero a las personas nos definen nuestras elecciones, y aquel cerdo no hacía otra cosa más que mirarme lascivamente el escote, y eso es algo que a pesar de entender me repugna.
    
    Tras pagar correspondientemente al conductor, y bajarme en mitad de la carretea, había llegado la hora de esperar. Era una noche calurosa, e ir con tan poca ropa era para mí más un alivio que una humillación o cartel de puta barata. Fue una noche dura. Era una carretera poco transitada, pero era la adecuada para mi perfil ...
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