1. Hago lo que sea por una pija


    Fecha: 29/07/2019, Categorías: Infidelidad Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    Era sábado, estaba nublado, mi novio no tenía ganas ni de tocarme, y el fuego de mi entrepierna parecía multiplicarse hasta con el roce accidental de mi bombacha.
    
    Fumé unas pitadas de un buen fasito de flores y le ofrecí a él para erotizarlo un poco. Le puse las gomas en la cara, le saqué la pija afuera del pantalón y le pasé la lengua hasta por los huevos. Pero él estaba encabronado porque no le pagaron en el laburo, porque le dolía la muela y vaya a saber por cuántas cosas más.
    
    Comí un poco de arroz con salchichas, y apenas él se fue a dormir le dije que saldría a lo de una amiga. Claro que mis intenciones me empujaban a calmar la necesidad de sexo que me quemaba por dentro, y no quería conformarme con una paja al lado de mi novio. Si él no quería coger, pues yo sí.
    
    Entonces me lancé a la aventura de caminar en plena siesta por la ciudad. Tenía pensado regalarme al primer pito que encontrara y me desee. No buscaba amor ni cariño.
    
    Anduve caminando bajo los efectos del porro, y al parecer me veía más simpática, porque todos me saludaban. Algo irradiaba mi piel o mis hormonas que se me quedaban mirando, y eso que no tengo grandes atributos.
    
    Tengo unas tetas normales y poca cola, aunque lindas piernas, una boca pequeñita pero muy juguetona, pelo largo con rulos y, soy morocha y peticita. Eso a los hombres les interesa porque soy maleable para lo que gusten hacerme.
    
    Cuando caí en la cuenta, estaba en la estación de servicio, al lado del último auto de una ...
    ... fila de 20. Adentro había un hombre alto y otro moreno, a los que enseguida busqué seducir sacándoles la lengua, abriendo mis piernas para acariciar mi panocha bailando el tema dance que sonaba muy fuerte en el auto siguiente.
    
    Cuando el alto abrió la ventana le dije:
    
    ¡si me dan 20 pesos les saco la lechita rapidito!
    
    El alto abrió la puerta y me apuró para que me acurruque entre ambos pares de piernas, una vez que llevaron las butacas lo más atrás que les fue posible.
    
    Me manoseaban las gomas con verdadera pasión, cuando yo fregaba mi nariz y mentón contra sus bultos, oliendo ese calor de machos ardientes y gimiendo como una bebita.
    
    El moreno, que era colombiano quería llegar a mi concha con sus manos a toda costa. Pero yo me le hacía la difícil, y su cara se pervertía más. El alto, que estaba al volante, avanzó unos metros con el auto, y apenas dijo que ya le saltaba la leche, decidí bajarle el pantalón, morderle el bóxer hasta hacerle un agujerito con los dientes y comerle la pija, como si le estuviese tranzando el glande. Estaba deliciosamente rebalsada de juguito, gruesa, sudada y olorosa. Eso estimulaba a mis manos a pajear con esmero al colombiano por adentro de su joggin, quien no podía controlar la fuerza de sus manos cuando me apretaba la cabeza para que le siga comiendo la pija a su amigo.
    
    ¡dale peterita sucia, mamala toda, sos una cochinita vos!, decía el alto cada vez más cerca de darme la merienda.
    
    ¡sí, eres una putica muy chancha, cómetela toda ...
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