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El coleccionista, mi historia
Fecha: 05/08/2019, Categorías: Gays Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... gay de la zona, como solía hacer cada sábado, fue cuando Pedro se cruzaría en mi camino, él estaba sentado en la barra bebiendo un trago, me tomé unos segundos para asegurarme que fuera mi tipo, un chico entre veinte y treinta, muy bien musculado, algo que me atrapaba de los hombres, con el cabello prolijamente recortado y teñido en la parte superior, una barba apenas marcada, perfectamente delineada, muy sexi. Me acerqué a su lado, le dije al barman que me diera lo mismo que él tomaba, y que le diera también un trago a él, fue el principio de la relación. Pedro tenía unos hermosos ojos negros, de mirada profunda, pero una mirada tranquila que irradiaba paz, hablamos un par de horas, nos contamos nuestras vidas, me puso al tanto que él estaba en pareja en esos momentos, pero las cosas no estaban bien entre ellos y vivían en un tire y afloje, que Adrián (ese era el nombre de su chico) era en exceso posesivo y demandante y que se sentía asfixiado en algún punto. Aclaramos las cosas desde el principio, lo nuestro era solo un juego, sin demasiadas pretensiones. Palabra va palabra viene, entre risas y tragos, se hicieron las cinco de la mañana, le propuse ir a mi casa para charlar más tranquilos, y emprendimos viaje a mi departamento. Bromeamos mucho sobre nuestras profesiones, le conté lo de los masajes y él sus cortes de cabello, era coiffeur, me dijo que él me daría unos masajes para cambiar un poco, pero claro, yo le haría un desastre en la cabeza si pensaba ...
... devolverle el favor. Estaba muy excitado con todo el juego, más cuando definitivamente estaba decidido a darme unos masajes, así que luego de una corta explicación me entregué a sus locas ideas, a ver qué tal eran sus manos. Tal cual lo hacía con mis pacientes, aromaticé el lugar, y dejé a todo a media luz, puse sobre la mesa de luz algunas lociones y aceites, me desnudé con una notable erección y me acosté boca abajo, cubriéndome las nalgas con una amplia toalla blanca, como dije, recreando todo lo que hacía en mi empleo. Solo ahí le permití pasar al cuarto, sentí su risa a mis espaldas y yo reí cómplice, se sentó en la cama a mi lado, tomó uno de los aceites y dejó caer un poco sobre mi espalda, luego lo desparramó con sus manos e inició la sesión de masajes, definitivamente tenía mucho por aprender, pero era lo más sexi que sentía en mucho tiempo, él iba de un lado a otro, desde mi cuello, mis hombros, llegando al borde de la toalla. Fue a una de mis piernas, desde mi pie subiendo lentamente, apretando con sus dedos, luego la otra, para regresar otra vez a mi espalda, me susurró al oído si me gustaba, a lo que asentí con la cabeza, deseando hacer al amor. Volvió a poner aceite en mi espalda y regresó a los masajes acercándose a la toalla, cada vez más cerca haciéndome desear, y poco a poco la fue sacando, sensualmente, y cuando me di cuenta sus manos acariciaban mis nalgas, completas, llegando muy cerca de mi esfínter, yo deseaba que metiera los dedos en él, ...