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El coleccionista, mi historia
Fecha: 05/08/2019, Categorías: Gays Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos
... vientre, sus pernas, mi rostro, fue tan excitante que yo guardaba entre mis piernas una terrible y dolorosa erección. Pedro se repuso, me dijo que era su turno y que me daría lo mejor de sí, ahora el me hizo recular hasta la pared y se arrodilló ante mí, apenas tomó unos instantes en desnudar mi sexo, apenas lo lamió, para luego meterlo centímetro a centímetro en su boca, poco a poco mi verga fue desapareciendo hasta que sus labios llegaron a mi vientre, no sé cómo lo hizo pero se la comió toda y solo empezó a masturbarme solamente usando su boca, bien profundo, con sus manos apoyadas en mis piernas, me enloquecía, y no pasó mucho tiempo para que me sintiera venir, le advertí - Pedro… Pedro… pará… me acabo… Pedro… Yo le avisaba mientras acariciaba sus cabellos, pero el hacía oídos sordos a mis palabras, y no pude retenerlo, mi semen empezó a escapar en su garganta, su ceño se frunció, pero el no dejo de hacerlo, gemí de placer mientras el degustó todo mi néctar. Cuando terminó con su trabajo se paró a mi lado y me besó profundamente, tenía sabor a mi en su boca, al tiempo que yo acariciaba mi verga con la suya, noté que mientras la mía perdía erección la suya estaba nuevamente gigante, me dijo - Vamos a la pieza? Préstame esos aceites que tengo una idea… Obviamente ambos teníamos la misma idea, y fuimos juntos al cuarto, le entregué aceite y el empezó a lubricarse su gruesa en interminable verga, mientras yo hacía lo propio mi culito, jugando con mis dedos, ...
... pero les juro que asustaba, así que le dije - Pedro, me vas a amatar con eso… Pero él estaba decidido y entre nosotros, yo estaba goloso y deseoso de probarla, así que me acomodé en cuatro y lo dejé hacer. Me relajé y lo dejé venir, su glande se apoyó en mi esfínter y empezó a forzar, diablos, me había comido muchas vergas, pero como esta ninguna, empecé a patalear como chico, es que me dolía, pero el solo embestía, caliente como hoguera, solo quería metérmela, sentí que me destrozaba, y poco a poco el dolor se transformó en placer, lo sentí invadirme, al fin lo había logrado. Pedro empezó a romperme el culo con esmero, me hacía gritar, mordía la almohada para acallar, pensando en los vecinos del edificio, pero era tan gruesa que no podía evitarlo, cambiamos de posiciones, las que imaginen, pronto mi esfínter estaba tan estirado que trabajábamos en perfecta sintonía, en un único placer de ser sodomizado. Recuerdo que nos sentamos frente a un espejo de mi cuarto, o sea, él se sentó en la cama y yo me senté sobre él, me gustaba observar lo que veía reflejado, ahora era yo el que tenía el control y subía y bajaba una y otra vez sobre su pija perfecta, no sé cómo lo lograba pero me sentaba con tanta fuerza que su sexo desaparecía en mi interior, mi gran verga estaba erecta, hermosa perfecta, solo era opacada por la de Pedro, más larga, más gruesa, más sabrosa. La imagen que me devolvía el espejo era tan erótica, y placer que me daba ese hombre tan fuerte, que, ...