La chica del parque
Fecha: 24/08/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Melissa nunca fue como las demás chicas. Desde que entramos a la secundaria, se distinguió por su precocidad. Cuando entraba al baño, dejaba la puerta abierta y en más de una ocasión fue sorprendida espiando a los muchachos cuando iban a hacer sus necesidades fisiológicas. Entonces, las personas mayores decían que eran cosas de niños, pues no lo hacía con malicia. Cuando estaba por cumplir los 15 años, entró a jugar al equipo de voleibol de la escuela y siempre era la primera en desnudarse y la última en ponerse el uniforme. Mientras, tal y como su mami la echó al mundo, se paseaba por el vestidor. O bien permanecía en él, contemplando a sus compañeras desnudas. Desde luego, nadie se daba cuenta de su precocidad.
Cuando llegamos a la Preparatoria, Melissa estaba por cumplir 17 años y ya tenía formas de mujer. Su cuerpo llamaba la atención, con unos pechos no muy grandes, pero si bien delineados, rígidos, duros, rematados por dos botones rosados y pequeños y un sexo cubierto por un pubis velludo, en forma de corazón. Nosotras estábamos seguras de que se lo afeitaba pare delinearlo. Su rostro era de facciones sensuales y no eran pocos los chicos que la pretendían, pero lo único que le interesaba de ellos, era que la vieran y su vez, verlos.
Su mamá sabía que no usaba brasier, pero nunca se imaginó que tampoco se ponía calzones. Un volcán como ella, tenía que estallar más temprano que tarde. Pues ella hacía siempre lo que su cuerpo le pedía y eso no era más que llamar ...
... la atención de los ojos masculinos y cuantos más fueran, mejor. Por ello, no me extrañó nada cuando me platicó cómo se la cogieron Silvio y Lucho; claro que un bombón como ella, despertaba toda clase de pensamientos obscenos y lujuriosos…
Llegó su cumpleaños número 18. Por la mañana tenía un importante partido de voleibol y como "cuelga", decidió enseñar su cuerpo a todo el mundo. En su casa atravesó desnuda el pasillo desde su recámara hasta el baño, se duchó con la puerta abierta y desayunó totalmente en pelotas. Al llegar al gimnasio, se volvió a duchar, no porque necesitara limpieza, sino porque no pudo contener el impulso de mostrarse al natural. Salió a la cancha sin nada abajo del short, que por cierto lo traía a media nalga. A los 10 minutos, la tela estaba empapada por el sudor y traía el short pegado a la piel, como si fuera parte de su cuerpo. Todo se le marcaba perfectamente. Sus nalgas redondas y erguidas por detrás y, por delante, el famoso y velludo "corazón".
Cada que saltaba para rematar o bloquear, se dejaba caer y se revolcaba en la duela, abriendo las piernas. Los vellos escapaban por los lados del short, haciendo rugir al público. Cuando fue sacada del juego, se armó una tremenda bronca contra el coach, pues para todos, ella era quien mejor estaba jugando. Como consecuencia, fue expulsada del equipo; eso era inevitable. Pero ella ni sudó, ni se acongojó; lo tomó por el lado que le convenía, pues a partir de ese momento, ya no sería vigilada en el ...