La chica del parque
Fecha: 24/08/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... equipo. Simple y sencillamente decidió dar rienda suelta a sus impulsos.
Se bañaba con la puerta abierta; se acostaba completamente desnuda sobre la cama, con la puerta de la recámara de par en par; entraba al dormitorio de su hermano -cuando estaban con el sus amigos- con la bata abierta para enseñarles todo y por las noches, se hacia dos o tres masturbaciones. Pero ya no le bastaba eso. Necesitaba más…
Me contó que tenía una rica picazón en sus genitales y deseaba enormemente ser traspasada por un miembro masculino; la aconsejé para que se desfogara con Ramón, pero a ella le parecía tan imberbe que necesitaba un macho de verdad… Una tarde que estaba sola en su casa, se decidió. Con sólo su piel como vestido, se puso un abrigo y un sombrero de su papá y como a eso de las 6:30 de la tarde, cuando nada es claro ni oscuro, salió rumbo al parque del rumbo.
Caminando entre los prados, esperó. Poco después apareció un muchacho como de su edad. Dejó que se acercara y cuando se hallaba a tres o cuatro metros de él, se abrió el abrigo y le mostró su apetitoso cuerpo desnudo. El muchacho se quedó paralizado, con la mirada fija en el "corazón" de mi amiga y luego, sin decir palabra, salió como si fuego llevara en la cola. Melissa puso cara de satisfacción, invadida por la lujuria que ahora era mucho más intensa. Era como una oleada que nacía en su cerebro y se concentraba en sus genitales.
El deseo crecía en ella, así que decidió sentarse en una banca. Juntó las piernas y ...
... empezó a restregarse los muslos, al mismo tiempo que los músculos de su vagina empezaron a estremecerse de manera incontrolable, sacudiendo todo su cuerpo. Ella intuyó que se acercaba al orgasmo y que este sería mucho más fuerte que los que experimentaba cuando se acariciaba los genitales con sus dedos. Tenía los ojos cerrados, la boca entreabierta y su expresión no pasó inadvertida a un hombre que pasaba por ahí. El tipo se alarmó al principio, al escuchar los gemidos de mi amiga. Se acercó lentamente y sin dejar de observarla, le preguntó si le sucedía algo, convencido de que mostraba los primeros síntomas de un ataque epiléptico. Melissa sólo murmuró:
El hombre pensó que el abrigo dificultaba la respiración de la chica y se apresuró a desabrocharlo. Lanzó un grito de sorpresa. Melissa, sin dejar de gemir, ni de mover las caderas, se llevó las manos al pecho, al tiempo que abría las piernas. El hombre ya se había dado cuenta de la situación, no lo pensó dos veces y le empezó acariciar la entrepierna. Al sentir el contacto de las manos masculinas, Melissa estalló en un clímax que duró por lo menos dos minutos. Gemía, se retorcía y jadeaba. El hombre metió dos dedos en la cueva y los movió, provocándole otro orgasmo.
Satisfecha, Melissa suspiró y abrió los ojos. Ahí estaba el hombre manipulándole los genitales. Ella lo miró y el tipo, asustado, sacó los dedos empapados del nido. Melissa como pudo se abrochó el abrigo y se alejó del lugar a toda carrera. Corrió hasta que, ...