Desafío de galaxias (capitulo 62)
Fecha: 26/08/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... colaboradores, y quiero que el escuadrón sea maradoniano. O, ¿es que no están capacitados para hacerlo?
—¡Pues claro que lo están!
—Pues entonces ya está. Por favor, Pepe.
—Está bien, y ¿para que quieres tu lanzadera? No esta armada.
—Porque tiene mi escudo de armas en los costados.
Unos minutos después, la lanzadera salía del hangar del Fénix. En su interior, Marisol, acompañada por Sarita, que se había negado en redondo a bajarse de ella, se dirigía al campo de batalla del Campo de Hierro. Instantes después, los transbordadores con el escuadrón maradoniano, partían también y se dirigían al asalto de la cancillería.
Desde la altura, Marisol, de pie entre el piloto y el copiloto, vio los fogonazos de los impactos, la humareda de las explosiones, y aunque era imposible, creyó oír el griterío de los soldados y el lamento de los heridos.
—Sobrevuela la tierra de nadie hasta el final del despliegue, y después, vira y entra lentamente a cuatro metros de altura, entre los dos ejércitos. Cuándo llegues al centro, pósate.
—Mi señora, no creo que…
—Ya me has oído, —le interrumpió Marisol poniendo la mano sobre su hombro.
La lanzadera avanzó por la tierra de nadie recibiendo varios impactos de la artillería del canciller, que zarandeaban la nave. Pero según avanzaba, la actividad artillera iba decreciendo, hasta que, al posarse, la artillería enmudeció. Todos había visto con claridad los emblemas de Marisol en los laterales de la lanzadera.
—Abrid la ...
... escotilla superior, —ordenó Marisol.
—¡No, no, no, no! No te vas a subir ahí arriba, —exclamó Sarita asustada.
—Mi señora, su asistente tiene razón, es muy peligroso, —afirmo el piloto—. No puedo permitirlo.
—Ni vosotros, ni nadie, me va a impedir subir ahí arriba. O me abrís la escotilla o la abro yo, —uno de los escoltas, desplegó la escalerilla y subiendo, abrió la escotilla. Subió por la escalerilla, mientras Sarita, con el corazón en un puño la miraba. Cogió una cámara de video, la conectó, y ordenó al piloto que enlazara la señal con el Fénix y el Cuartel General. Salio al exterior enfocando a Marisol, que mirando a las fuerzas del canciller permanecía inmóvil. El silencio era total. Marisol, con el pelo mecido por el viento, veía como una enorme masa de soldados se aproximaba a ella con paso decidido. Miró hacia atrás, y vio a las fuerzas de Cimuxtel avanzar igualmente. La señal de Sarita fue enlazada, por orden de Marión, con los canales federales, y todos vieron como los soldados la rodeaban con una devoción casi mística. La bajaron de la lanzadera, y a hombros, seguidos por una enorme masa de más ochocientos mil soldados, se encaminaron hacia la capital, donde el escuadrón del Fénix, ya había apresado al canciller y sus adláteres. Cuándo Marisol llegó al palacio de la Cancillería, Cimuxtel ya la estaba esperando. Marisol se bajó de los hombros de su portador y se aproximó a él fundiéndose en un fraternal abrazo. Después, el glorioso general, puso una rodilla ...