MI TÍO EL SÁDICO ME HACE SU PERRA
Fecha: 26/08/2019,
Categorías:
Gays
Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... mientras se secaba los pies con la toalla y yo le respondía viendo mi teléfono, hasta que no me resistí más y lo miré. Fue inevitable verle el guebo, era gigante. Estaba dormido pero era grande, de verdad. Él se dio cuenta de que se lo vi pero no dijo nada, e intenté seguir viendo mi teléfono, pero ya la curiosidad me mataba y deje mi teléfono a un lado y comencé a hablar con él mientras se seguía secando. Por momentos le veía el guebo, por momentos la cara. Hasta que hubo un momento en que no dejé de vérselo,era muy obvio de mi parte pero era como si no fuese yo quien ejerciera mis acciones,era como si mi cuerpo hacía lo que quería,él se dio cuenta de que no se lo dejé de ver y se puso un interior (que hacía que las bolas se le notaran a los lados) Y como dudando de mi sexualidad, me preguntó: — ¿Y las jevas? • Jevas: novias. —Ahorita no tengo —respondí—. No estoy pendiente de eso ahorita. —Mmm. ¿Y de qué estás pendiente? —De la universidad, aun no me decido. —Ahhh, ta bien. Así es que es. Hay que estudiar. En eso me llamó una de las señoras de limpieza y yo iba saliendo cuando pasé cerca de él y me dio una nalgada, (que encontré fuera de lugar, porque eso sí no lo había hecho nunca). Pero me gustó. Y pasaron unos tres días hasta que pasó lo que no pensé que pasaría. Nos acostamos y todo normal. Pero al rato se fue la luz y obviamente el ventilador que había en el cuarto dejó de funcionar. —Nagueboná e salado que estás. —dijo mi tío. — ¿Yo? —pregunté. —Sí. De paso que ...
... estás aburrido en esta finca, ahora se va la luz y te va a comer la plaga. —Verga sí. —respondí yo—. Pero no me la estoy pasando mal. Me gusta la finca. Y los caballos. —Qué bueno. Al menos. —Sí. —Me imagino que te gusta montarlos. — ¿Montarlos? ¿Qué? ¬—pregunté —A los caballos pues, ¿A qué más va a ser? —No, sí obvio, ¿a qué más va a ser? —Mmm. —dijo. Pasó un buen rato y nada que llegaba la luz. Mi tío me dijo que si quería que prendiera una vela, pero le dije que no, que estaba bien así, que como igual no necesitaba buscar algo en el cuarto, que se quedara tranquilo. —A mí me gusta la oscuridad. ¿A ti no? —No mucho —confesé entre risas. — Ah, ¿te da miedo? — Un poco —respondí riéndome aun. Él también rió. Después de unos minutos, el frío no era normal. —Ven y acuéstate aquí, que esta cama está calientica. —me dijo mi tío sin el menor tono de insinuación. Yo estaba en bóxer. Yo obedecí porque de verdad no sentí otra intención en la voz de mi tío. Pero en parte accedí porque el gusanito de la curiosidad se incrustó en mi cerebro. No respondí y me metí en su cama, seguidamente sentí su olor, era fuerte, de hombre, de macho. La cama era perfecta para nuestros cuerpos y desde donde estaba yo acostado podía hasta sentir su aliento tocarme el oído izquierdo. —Arrópate con esto también. —dijo dándome parte de su edredón. Ahora sentía más su calor. Y el pulso comenzaba a acelerárseme—. ¿Duerme en ese lado de la orilla o pegado a la pared? —Pegado a la pared —contesté por inercia. ...