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Desafío de galaxias (capitulo 74)
Fecha: 01/09/2019, Categorías: Poesía Erótica, Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... efectivamente lo es. Pero es lo que hay. —De todos nosotros, solo uno ha considerado la posibilidad de meterse en política, lo que pasa es que por ahora la cosa esta difícil. —¿De quién se trata? —De Opx, lo que pasa es que su planeta de origen, Nar, está evacuado y destrozado por la guerra y por nuestra abrumadora presencia militar. Hasta que la población no comience a regresar, pasara tiempo, —y Marisol, haciendo una pausa, añadió volviendo al tema principal—: ¿Qué posibilidad hay de que meta gente de su confianza en el grupo negociador? —Podemos intentarlo. —Sería bueno que no hubiera una voz monocorde en esa comisión, y que haya discrepancias en su seno. —Has aprendido mucho de tácticas políticas, —afirmó el canciller. —Que remedio señor canciller: ustedes me dan más sorpresas que el enemigo. —Marisol, deberías dedicarte a la política, —dijo el canciller, y levantando la mano para parar la respuesta de Marisol, añadió—: tienes que darte cuenta de que ni el presidente, ni yo, ni el resto del grupo de cancilleres, debemos sobrevivir políticamente a esta guerra. Hace falta savia nueva, gente joven a ser posible, capaz de tirar para delante y hacer frente a los retos que se avecinan: integrar en la república dos sociedades nuevas, una de las cuales ha provocado una guerra con miles de millones de muertos. Deberías presentarte a canciller de Nueva España. —¡Eh, eh, eh! Que se lo he pedido yo primero, —exclamó el presidente— y se negó. —Podría ...
... ser canciller una legislatura y luego presentarse a la presidencia de la República. —Esa seria una posibilidad aceptable, —admitió el presidente— y tú, Anahis, deberías sustituir a tu padre. —¡Venga ya! A mí dejadme tranquila y seguid metiéndoos con Marisol. —Vamos a ver si es posible que los dos dejen de decir gilipolleces. Yo no me voy a dedicar a la política, y eso es definitivo. Saben perfectamente, que aborrezco a los políticos en general, y muy especialmente a los del Parlamento Federal. Además señor canciller, usted es el que menos se puede quejar, tiene unos cuantos candidatos muy factibles. —¿Ah sí? ¿Quién? —J. J., Torres, Sarita o su marido, Felipe Pardo. Y si no tiene suficiente, cualquiera de los cincuenta y seis generales españoles que hay en el ejército. —O Maite Aurre, —añadió Anahis— o cualquiera de los treinta y seis capitanes de navío españoles de la flota. —Y el sargento, —afirmó el presidente provocando una carcajada general— por cierto, ¿dónde lo tienes?, echo de menos su petaca. —No lo puedo traer aquí: se volvería loco con tantas chicas y le daría algo. —Ahora en serio, solo tú me puedes sustituir a mí, —dijo el presidente poniéndose serio— es necesario que durante la posguerra todo salga bien, y solo alguien con tu liderazgo y tu juventud, puede garantizarlo. —Ahora en serio, yo no voy a dedicarme a la política y mucho menos voy a sustituirle a usted, —y mirando al canciller, añadió—: y a usted tampoco. —Pues entonces ...