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El calvario de Luciana (final)
Fecha: 09/09/2019, Categorías: Dominación / BDSM Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... viejo empuñó la fusta y estuvo mirando durante un momento ese hermoso culo, blanco, amplio, firme. Lo sobó después en toda su superficie provocando en Graciela una creciente excitación. Se olvidó a quien pertenecía esa mano, olvidó su desagrado por ese vejete y entonces esa mano fue sólo una mano que le acariciaba las nalgas, sus nalgas indefensas y a punto de ser castigadas; una mano que se deslizaba con suavidad y de pronto se endurecía y los dedos se tornaban rígidos y pellizcaban y dolían haciéndola gemir y mover las caderas de un lado al otro sobre el respaldo de la silla. Entonces el viejo emitía una risita y le daba un fuerte chirlo para después seguir acariciándola, demorando ex profeso el comienzo de la paliza mientras la verga se le iba poniendo dura y Graciela jadeaba y se iba mojando cada vez más. Por fin el cliente alzó el brazo, surcó el aire varias veces con la lengüeta de la fusta, miró el objetivo y descargó el primer azote en la nalga derecha. Graciela gimió al sentir el golpe y sentir también, que su concha era una catarata de flujo. A ese primer fustazo le siguieron muchos más. Ni ella ni el vejete supieron cuántos fueron al cabo de la zurra, porque ninguno de los dos había llevado la cuenta, sumergidos en el intenso placer que experimentaban. Después de un tiempo el cliente dio por concluido el castigo, extasiado y caliente a la vista de ese culo que lucía enrojecido en toda su amplia superficie y con algunas marcas de un rojo más ...
... oscuro. Arrojó la fusta al piso y volvió a sobarlo, esta vez con ambas manos que arrancaban gemidos de goce a Graciela. El viejo corrió el cierre de su bragueta y sacó la verga, ya completamente dura, y la apoyó en las nalgas, que la fusta había dejado ardiendo. Pareció entonces que Graciela, toda ella, su mente, su alma y cuerpo se expresaran en ese prolongado gemido algo ronco que brotó de su boca y que de pronto se convirtió en una súplica ansiosa: -Por favor… métamela… se lo ruego, señor… ¡Métamela!... ¡Métamelaaaaaaaaaa! El vejete respondió a la súplica con una carcajada cruel, complacido de haber provocado en la puta semejante calentura. -Claro que te la voy a meter, ramera, te voy a coger en cuatro patas, como se coje a una perra, pero antes me la vas a chupar. ¿Oíste? -Sí, señor, lo que usted desee… El cliente la desató y sin quitarle el antifaz ciego la hizo poner ante él en cuatro patas: -Abrí el hocico, perra puta. –y cuando Graciela lo hizo le metió la verga. -Chupá y a ver qué tal lo hacés. Si no me gusta te vuelvo a dar, pero con vara. Graciela se aplicó apasionadamente a la tarea, lamiendo y chupando alternativamente, recorriendo con su lengua desde el glande hasta los huevos, subiendo después para lengüetear ese glande hinchado, rojo y palpitante y cubrirlo luego con sus labios y apretar con ellos la base y seguir chupando. Oía los gemidos y jadeos del viejo, sentía la dureza de esa verga en la boca, en la lengua, en los labios, y ansiaba ...