Bailando con mi Madre
Fecha: 09/09/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: girllover, Fuente: CuentoRelatos
Mi madre y yo siempre hemos sido muy unidos. Pero una cosa es ser muy unidos y otra muy diferente terminar teniendo relaciones sexuales. Primero que nada les cuento que ella es una mujer muy hermosa que está en sus cincuenta y tantos años. Por favor no le digan que les comenté sobre su edad, porque ella siempre anda diciendo que tiene menos de 50. Y es que de verdad se ve como de 45.
Tan solo verla caminando es todo un espectáculo. Antes de convertirla en mi amante me incomodaba mucho cuando íbamos caminando juntos y pasábamos por una obra o por algún mercado y todos los barbajanes comenzaban a decirle las cosas más obscenas que se puedan imaginar. Ahora las cosas son diferentes, ya no me molesta que le griten esas cosas, hasta me siento orgulloso porque sé que la hembra que esos hombres desean, es para mí solito.
Sus caderas son espectaculares por decir lo menos; sus nalgas son perfectas, redondas, firmes y enormes. Pero nada se compara a sus hermosas y gigantescas tetas. Y no crean que por ser una mujer madura la fuerza de gravedad las ha hecho caer. No señor, mi madre cuida tanto su cuerpo que uno no imagina los años que llevan esas enormes tetas sosteniéndose de forma perfecta.
Así es más o menos físicamente mi madre, para que se la vayan imaginando y me empiecen a envidiar. Una mujer de piel clara y cabello negro, ojos cafés y siempre con una hermosa sonrisa en los labios. Porque además de su cuerpo soñado tiene un carácter simplemente encantador, ella es ...
... siempre amable y juguetona.
Yo soy su hijo mayor, aparte tengo una odiosa hermana que se fue a vivir con mi papá cuando nuestros padres se divorciaron. Así que mi mamá y yo vivimos solitos en una casa en las afueras de la ciudad, muy tranquilos y siempre muy unidos. Desde que mi estúpido padre la dejó, mi madre ha salido adelante y nunca se ha deprimido. Al contrario, el día que se separó de él se fue de fiesta, y se la terminó follando el primero de muchos hombres que mi madre usaría para consolarse en su soledad. Ella decidió vivir la vida alocadamente durante algunos años, y yo lo tomaba como algo normal. Después de todo, me decía a mí mismo, es una hembra igual que todas y necesita exactamente lo mismo que las otras. Una buena verga. Más cuando su inútil esposo le tenía tan descuidada por tantos años. Y pensar que en aquel entonces yo no creí poder ser la persona que llenara sus necesidades, así que no me oponía a que otros hombres la usaran y la complacieran. Hoy ni de broma dejo que otro hombre se le acerque a ese culo de madre que tengo.
Con el paso de los años me acostumbré a verla salir de noche con sus tacones altos, su liguero y sus vestidos muy cortos; bien maquillada y perfumada, consciente de que dejaría a muchos tipos babeando por ahí y que alguno terminaría metiéndole la verga esa noche. Yo no me acomplejaba con eso, al contrario siempre la felicitaba por lo bien que se veía y lo único que le pedía era que se cuidara. También me hice a la idea de que no se ...