Bailando con mi Madre
Fecha: 09/09/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: girllover, Fuente: CuentoRelatos
... tener un hijo así. No lo dejes pasar o te arrepentirás toda tu vida. Él entenderá tus deseos, así que no te quedes callada.
Te lo dice tu verdadera amiga.
Dolores”
Al terminar de leer la carta me zumbaban los oídos, la cabeza me daba vueltas y un sudor frío recorría todo mi cuerpo. Devolví todo a su lugar con sumo cuidado sin dejar rastro de mi intrusión.
Busqué la libreta de direcciones de mi madre y en la “D” no encontré el nombre de Dolores, pero sí encontré en la letra “A” el teléfono de la “Señorita Álvarez” junto con la dirección, que resultó ser la misma que la de la carta.
Salí al teléfono público y marqué el número. Contesto una mujer, su voz se oía como la de una mujer bastante mayor, yo le calculé unos 60 años o más. Pregunte por la señorita Dolores Álvarez a lo que ella me contesto que efectivamente era ella y pregunto quién llamaba. Yo colgué, ya tendría ocasión de saber quién era yo.
Una fiebre se apoderó de mí, regresé a casa y me metí en mi recamara. Lo primero que hice fue masturbarme en honor a mi madre, con la imagen de esa foto dedicada a mí en la cabeza fue como eyaculé como pocas veces lo había hecho en mi vida. Para aumentar la tensión justo cuando me terminaba de limpiar mi madre iba entrando a la casa. Solamente me preguntaba una cosa ¿Cómo podría mirarla a los ojos ahora que sabía lo que sabía? Ya no volvería a ver a mi madre de la misma forma. Me acababa de masturbar en su honor, y la deseaba, pero quería saber de qué se trataba ...
... todo esto. No quería cometer un error. Mi madre me llamó y me saludó con un beso en la mejilla, su piel se sentía tan tibia, tan suave. Mi cuerpo tan cerca al suyo, el mismo que había tenido junto al mío por tantos años y nunca me había sentido así. Mi pene aun escurría leche en su honor y ella a centímetros. Yo temblaba pero afortunadamente ella no lo notó. Definitivamente ya no era la misma mujer, ahora era mucho más que mi madre, ahora la veía como una presa.
Pasaron pocos días y decidí ir a hablar con la señorita Álvarez. Tomé un taxi hasta su casa y fui directo a su puerta. La casa era bastante grande, y estaba en la calle más lujosa de la zona. Esperaba que alguna empleada doméstica abriera la puerta, pero no, una mujer demasiado elegante para ser la ama de llaves fue la que abrió la puerta. Ella era muy delgada y muy alta. Rubia, de piel blanca y ojos claros. Vestía un vestido primaveral color blanco con flores rojas y zapatos blancos de tacón. A leguas se veía que era una mujer refinada y de buen gusto. Me presenté sin dar rodeos, le dije mi nombre y de quien era hijo y que venía con ella por consejo y ayuda.
Su cara pasó de la elegancia a la sorpresa en un segundo, sus ojos se abrieron como platos y su boca se abrió casi hasta el suelo mientras me miraban de arriba abajo. Después de ese descuido Dolores recuperó la compostura y me dijo que ahora entendía porque mi madre tenía los problemas que tenía. Ella me hizo pasar a su casa, había otra mujer en la casa, que ...