Aldana, su papá y yo
Fecha: 10/09/2019,
Categorías:
Intercambios
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... que siga secándolas? preguntó socarronamente y sin perder un solo segundo, nos sacó la toalla que nos cubría a ambas y con una sola comenzó a secarnos lentamente, mientras acercaba la boca de Aldana a la mía para que pudiéramos besarnos libremente. Así lo hicimos, sin perder tiempo, recorriendo una vez más las dos geografías que conocíamos tan bien, pero esta vez con un elemento más para aumentar nuestra excitación: Las manos y la lengua del padre de Aldana. Ambas estábamos enfrentadas, pecho con pecho, moviéndonos al compás de nuestras respiraciones que se aceleraban sin control, las manos de ambas en la espalda de la otra, arañándonos delicadamente, apretando las nalgas y acercándolas a nuestras caderas, dejando que nuestras vulvas se tocaran como al pasar. Francisco seguía masajeándonos pero esta vez sin la toalla, subía y bajaba con su mano por el cuello de Aldana y alternaba con besos en mi nuca de tanto en tanto, cuidaba muy bien de no descuidar a ninguna de las dos. Lentamente nos recostó en su cama, dejándonos de costado y enfrentadas. Nosotras seguíamos besándonos, abriendo nuestras bocas lo más ampliamente posible, hurgando con nuestras lenguas una en la boca de la otra, dejando que nuestros alientos se mezclaran, que pudiéramos sentir las respiraciones agitadas y las manos libres para acariciarnos los pechos y los pezones. Francisco se había arrodillado al borde de su cama y mientras que con su mano izquierda acariciaba mi contorno, con la derecha ya había ...
... comenzado a hurgar la junta de las nalgas de su preciosa hijita. Las dos sabíamos que él estaba actuando sobre el cuerpo de la otra y eso aumentaba la excitación y así comenzaron los gemidos, tibios al principio, demandantes después. En un momento Aldana se separó de mí y me acomodó más arriba en la cama, quedando sola a merced de los dos y dispuesta a gozar como nunca de aquello. Vamos a ver, preciosa. Déjame comerte un ratito, hace tanto que no lo hago! Y sin más, la lengua de Francisco se apoderó de mi vagina. Primero la lamió con los labios cerrados, la rozó con todos sus dedos, la raspó con sus uñas cortísimas y después, cuando había comenzado a retorcerme lentamente, abrió mis labios. Preciosa!!! Me voy a comer todo esto!! Que rico!!! Papi, no me vas a dejar nada? dijo Aldana desde la otra punta de la cama. En menos de dos segundos tenía dos lenguas dentro de los labios de mi conchita lamiendo y lamiendo, dos lenguas que recogían mi flujo y se lo pasaban de una lengua a la otra, dos lenguas que se encargaban de que ninguno de mis dos agujeritos quedaran sin lubricar. Esto es una locura!! No paren!!!. Sabiendo de memoria que era lo que a mi me gustaba, Aldana metió dos de sus finos dedos en mi agujerito delantero mientras que la lengua de su papá no dejaba de estimular mi clítoris y yo sentía como este crecía cada vez más, como chocaba duro y jugoso contra cada papila de la lengua de Francisco. Los dedos de Aldana aparecieron en mi boca húmedos, pegajosos, ricos y olorosos y ...