1. EN UN MUNDO SALVAJE


    Fecha: 13/09/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... lanzó una piedrecita, que él atrapó al vuelo, sacando un brazo a su encuentro – No estoy dormido, madre ¿Qué la trae por aquí? – Esta noche, y todas las noches, te quiero en casa a cenar y dormir Pero que nunca se te ocurra aparecer antes de las ocho de la noche. ¿Entendido? – Entendido, madre – Bueno; pues hasta la noche – Hasta la noche, madre… Más le costó encontrar a Juan, no porque estuviera escondido, sino porque estaba más lejos, a media hora de casa por lo menos. Estaba, tal y como esperaba, en la playa, frente al mar; sentado en la arena, con la espalda apoyada en una palmera, lanzando chinitas al agua, que unas llegaban, otras no. Ya junto a él, se sentó a su lado – Juan; tenemos que hablar. Y muy en serio, además. De lo pasado anoche… – De eso, ya está “to hablao”. El mozo, anoche, recibió un buen correctivo y se guardará muy mucho de volver a las andadas. No te preocupes más por eso – Pues estás muy equivocado, que sigue en sus trece. Con la misma obsesión por mí, sólo que más peligroso Y Ana explicó a su marido, de pe a pa, lo que su hijo le dijo la noche anterior desde el lindero de la selva. Juan quedó abatido. Sin saber qué hacer, qué decir. ¡Era muy fuerte eso de saber que tu propio hijo trama matarte! Comprendía que ya nunca podría andar por la jungla como hasta entonces; que ya, no sólo debía guardarse de los animales, sino también de su hijo. Y un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar eso? ¿Adelantarse a él y matarle? Pero ¿sería ...
    ... capaz de matarle? Indudablemente no. Un padre da la vida por su hijo, no se la quita. Volvió a ser Ana la que rompió el silencio – Juan, tenemos un problema muy, pero que muy gordo… Seguidamente, le planteó lo que, en definitiva, era la situación: Tres individuos solos, aislados del resto del mundo, dos machos adultos y una sola hembra. Así de simple, así de grave. Una solución, pelear los machos hasta quedar sólo uno; otra, llegar a un acuerdo entre los tres que resuelva el problema sin violencia, por la que ella abogaba: Que los dos machos compartan la única hebra. ser ella la mujer de ambos hombres. la hembra de los dos machos. Así de claro; así de crudo, así de difícil, de terrible, para ellos dos, Juan y Ana. Como es fácil imaginar, Juan ni quiso seguir escuchando a su mujer cuando llegó al meollo del asunto, que su mujer se acostara con su hijo, que éste penetrara a su mujer; mas ella, paciente, le hacía ver que, realmente, era la única alternativa que tenían, pues ¿podría él matar a su propio hijo? Pero Yago sí sería capaz de matarle a él; luego, estaba ella, ¿cómo tolerar al matador de su marido?; ¿cómo convivir con el matador de su hijo?. En cualquier caso, la vida se le haría insostenible. Luego, a “quitar hierro” a la cosa; que físicamente estaría con Yago, pero en espíritu con él pues, en su mente, serían sus manos las que la acariciaran, su miembro el que la penetrara; que tampoco sería tanto tiempo, hasta que Yago acabara en ella, dos, tres veces, hora, hora y ...
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