1. Noche buena. Nada más delicioso que coger en familia.


    Fecha: 19/09/2019, Categorías: Gays Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ¡Qué noche buena!
    
    La navidad es excusa para reunir a la familia, festejar, comer, y beber a morir. El orden de los factores altera el producto: no es lo mismo disfrutar la noche buena, que disfrutar una buena noche.
    
    Con Patricia, mi cuñada preferida, más joven y más tetona, festejamos una buena noche, quedó llena de frías burbujas de champán y caliente leche de mi verga.
    
    Nos reunimos en la quinta familiar, cinco familias para festejar, entre ellos está Patricia, que ronda los 35 y tiene un trasero que corta el aliento. Ella es sabedora que es la dueña de mis desvelos, se lo estoy diciendo cada vez que nos encontramos, insinuaciones de todas las formas posibles, pero hasta esa noche sin progresar en mis atrevidas y lascivas intenciones, no pasó más que recibir esos besos que no dicen mucho y los abrazos enmarcados en el compromiso del protocolo familiar.
    
    Patricia, Pato en la intimidad familiar, esta noche particularmente “entonada” porque las burbujas del chispeante champán le han jugado una mala pasada, le han bajado la guardia, y lentificado la capacidad defensiva. No sería tan peligroso si el adversario ocasional, quien está contando la historia, estuviera esa noche con todas las neuronas alerta para capitalizar cualquier falla de la contendiente y ponerla knock aut en la primera oportunidad.
    
    Me ocupé de tenerla bien atendida, de llenarle la copa, para tenerla bien entonada. Tanta gentileza de mi parte consiguió buenos frutos, y prontito ella comenzó a ...
    ... dejarse llevar por mis insinuaciones, jugar al filo de lo prudente, nos prodigamos amagues e insinuaciones, hasta el frágil límite de la intimidad física. Como todos habían saciado su capacidad de absorción del buen espumante, nadie prestaba demasiada atención, bien entrada la noche todos estaban mucho más alegres que de costumbre.
    
    Después de los repetidos brindis, todos nos fuimos desperdigados por el parque, unos con champán, otros entretenidos con disparar los fuegos artificiales y cohetes, el resto en la modorra de tanta bebida y comida. Alejado del ruido, de la música y los petardos, cómodo recostado en añoso roble, ojos cerrados esperaba que se me diera la ocasión de volver a avanzar en la ímproba tarea de seducir a la Pato.
    
    —¡Cuco!, ¿Quién soy? —Dos manos cubren mis ojos— ¿A ver?... ¿Arriesga?
    
    —Eres... – Se colocó delante, besé una mano.
    
    —¡Cuñadito qué hacés aquí... solito!, ¿Alejado del mundo?
    
    —¡Estoy fundido! He bebido un poco de más…
    
    —¡Ja! Somos dos ya.
    
    Displicente, se sentó sobre junto a mí, apoyando su cabeza en mi regazo, flexioné la pierna izquierda para quedar acomodada donde más lo necesitaba. Giró, para colocarse de costado, frente de mí, seguía el ritmo de la música frotando su mano sobre mi parte más sensible para sacarla de su modorra y despertarla en su instinto más elemental, dicho de manera menos poética, calentándome la pija.
    
    A la fricción se mano, el miembro se erecta, toma forma y volumen en el hueco de su mano, mientras desde la ...
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