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Esto es la vida
Fecha: 21/09/2019, Categorías: Fetichismo Autor: DENYS PERVERSO, Fuente: CuentoRelatos
La vida no es la historia rosa que unos quieren escuchar y que a otros les gustaría contar. Soy contador de profesión. Me dedique por completo al trabajo y confieso que descuide a mi familia sobre todo a mi mujer. Mi hijo mayor encontró el amor y se casó muy joven, a pesar de mi renuencia. Daniela mi hija menor, nació muchos años después de su hermano y por lo tanto no pudo jugar con su hermano ni crecer al lado de él y ser cómplices de juegos y pillerías. A ella le toco la época difícil de mi divorcio. Elena tenía tiempo que me trataba con indiferencia pensé que eso era normal pero me equivoque el amor entre los dos no fue igual yo le seguía adorando, pero ella a mí no. Note su cambio pero nunca le pregunte que pasaba, soy humano y también tenía mis necesidades físicas y cuando mi libido me exigía desahogo Elena siempre tenía un pretexto o simplemente se fingía dormida. Soporte esa tortura sin reclamar mis derechos conyugales, cientos de noche no podía dormir mi cuerpo moría de deseo por disfrutar sus encantos. En cambio ella dormía roncando como si la vida terminara la cerrar sus ojos. Cambie de táctica si la noche no era de su agrado tal vez por la mañana antes de levantarnos, pero tampoco tuve éxito, simplemente no respondía a mis requerimientos. Nuestra convivencia se fue haciendo inexistente. Fue un día que era muy significativo en la vida de ambos cuando todo se fue a la desgracia. Daniela tenía ya 18 años, y también una preferencia por mi persona que destacaba ...
... y molestaba a mi mujer. Por esos no me extraño que al separarme de mi mujer decidiera quedarse a mi lado. Nuestro aniversario de bodas, el motivo, quise hacer el intento por salvar nuestra relación. Prepare una cena fuera de casa en un buen restaurante. Buena comida y un ambiente que a mí en lo personal me pareció muy romántico elegí una mesa apartada donde pudiéramos escapar de miradas indiscretas. Recordarle cuando enamorados buscábamos el amparo de las penumbras para prodigarnos caricias íntimas. Esas caricias tan gratas y que un su momento nos hicieron tan felices. Como olvidar nuestros besos en la sala cinematográfica. En especial la ocasión que sin poder contenerme metí la mano dentro de sus pantaletas. Donde sentí por primera la suave humedad de su vagina. O aquella noche cerca de su casa cuando locamente logré convencerla de quitarse sus calzones. Y esa manera tan incómoda intentar penetrarla sin lograr conseguirlo. Aspiraba con mucho anhelo regresarla aquella noche a mis brazos y volverla loca de placer como tantas veces lo había hecho. Y olvidar por completo aquellas noches en aprovechando que estaba loco de deseo la hice mía sin que se diera cuenta. Y cuando se negó rotundamente y tuve que recurrir a la masturbación, y llegue a odiarla por negarme ese indispensable al cual tenía derecho y ella obligación de procurármelo, no sé porque me ilusiono tanto si me di cuenta que aceptó de mala gana. Fue fracaso cuando le abracé y la estreché contra mi cuerpo me rechazo ...