1. Emputecimiento (II): Lunes por la mañana


    Fecha: 25/09/2019, Categorías: Primera Vez Autor: eli{DS}, Fuente: CuentoRelatos

    Aquí estoy como un quinceañero, a primera hora, esperando que Pedro y Magda no hayan cambiado de opinión. No me gusta mucho venir tan pronto. A estas horas, bañado por la luz blanca de las bombillas el local parece aún más sórdido. Paca ha terminado de limpiar y Olga está, como siempre, revolviendo las botellas y pensando en lo que necesita.
    
    Al final, el viernes de madrugada, me fui con ella a su casa a descargar el calentón que la tal Magda me había provocado, y entre “col y col” la estuve aleccionando bien. Espero que colabore, realmente esta Magda me está resultando interesante.
    
    - Olga, estoy en la oficina, avísame cuando llegue Magda.
    
    - Tranquilo Jefe -me contesta desde detrás de la barra-.
    
    A las seis y media, puntual, la oigo entrar. Uso mi particular “despacho” para observarla sin ser visto. Trae el mismo abrigo de paño de lana con el que vino acompañada de su maromo, oscuro y largo por encima de los tobillos. Al verla con él no puedo dejar de pensar en lo que llevará puesto debajo, je, je, je. ¡Soy un romántico! lo sé. La misma melena de cabello negro azabache, liso y lacio que le cae sobre los hombros. Sola no parece tan tímida como el viernes. Habla con Olga, que la conduce inmediatamente al reservado tal y como le había pedido en su casa y al momento viene a informarme.
    
    - Ahí está la cordera -me suelta Olga entre displicente y borde-.
    
    Cuando entro al reservado, Magda me está esperando de pie, junto a los pies de la cama. Olga ni siquiera le ha ...
    ... dicho que se quite el abrigo, ¡Menos mal!, je, je, je...
    
    - Hola Magda, me alegra verte por aquí, anda, quítate el abrigo. -A continuación me dirijo a Olga con tono severo- Toma el abrigo y cuélgalo donde pones tus cosas. ¿Cómo estas Magda? -Le pregunto a mi nueva putita volviendo la mirada hacia ella, en tono relajado, como para romper el hielo-.
    
    - Bien, Señor, gracias. Aquí traigo lo que me pidió -me responde Magda aparentemente tranquila y segura.
    
    - Olga, Pon esta fotocopia en mi oficina. Y no me molestes para nada en un rato.
    
    - Si, Jefe -vuelve a responderme en su habitual tonillo entre jocoso y despectivo.
    
    ¡Magda esta estupenda! Ha seguido mis indicaciones. Falda, negra, justo por debajo de la rodilla, con un poco de vuelo, abrochada a un lado, dejando entrever una abertura que seguramente mostrara algo del muslo al moverse. Ahora esta quieta, no me mira directamente, pero tampoco baja la vista como hacía en su primera visita. La blusa, naranja fuerte, con el escote plegado en pico, deja ver discretamente el “canalillo” Remata el vestuario un colgante a juego con los pendientes que parecen de plata pulida o acero, a medio camino entre juvenil y formal. La verdad es que el conjunto esta conseguido, provocativo, pero sin resultar de putón verbenero.
    
    Dudo entre sentarme a los pies de la cama o en el incómodo silloncito. Realmente no esperaba que se mantuviera tan segura de sí misma. Elijo el sillón.
    
    - Desnúdate, Magda -le suelto como por sorpresa y de ...
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