La Excusa Perfecta
Fecha: 30/09/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ominferno777, Fuente: RelatosEróticos
... senos. Cuando logró su cometido, metió su mano y la coloco por encima de mi pecho izquierdo, masajeándolo y manoseándolo con desesperación. Sus movimientos comenzaron a excitarme, y mis pezones comenzaban a ganar rigidez. Tirando de la copa del corpiño liberó mi teta, y abalanzó el manoseo sobre ella palpando cada centímetro y estrujando el pezón que había logrado ganar su atención, totalmente duro y desafiante. Mi cara apoyada en su hombro, mis labios entreabiertos dejaron escapar más de un gemido que fue absorbido por la música del lugar, Juan Cruz no dejaba de comerme el cuello a medida que seguía jugando con mi pecho. Realmente estaba disfrutándolo y poco a poco comenzaba a humedecerme, necesitaba que escapáramos de allí pronto, estaba comenzando a excitarme y todo se volvería más provocador si antes no éramos echados de aquel lugar. Para todo esto nos estábamos zarpando más de la cuenta, pero pronto vi que las cosas podían empeorar: mientras seguía con su mano aferrada a mi pecho, pasó la otra sobre mi abdomen acariciándolo y buscando un hueco en mi jean que lo dejase meter la mano para masturbarme, lo consiguió rápidamente aunque el espacio no era suficiente y terminó jugando con mis vellos, sin llegar a tocarme el sexo que para estas alturas estaba bastante húmedo. Con mi mano derecha paseándose por su pierna seguía intentando aguantar mis deseos de sobar su miembro por encima del pantalón y poder sentir la dureza y el calor traspasar las telas. Disimulaba mis ...
... intenciones pero mis movimientos parecían haberme delatado, pues él sin decirme nada tomó mi mano y la apoyó contra su paquete. Inmediatamente quedé sorprendida por su tamaño, pues era mucho mas grande del que estaba acostumbrada y no es que mi novio tenga pene chico, simplemente aquello era evidentemente mucho más voluminoso. Sin dudas disfrutaría como una atorranta, pero para eso necesitaba que nos vayamos de aquél lugar, estaba demasiado excitada como para poder bancarme un rato más en aquel sitio. le supliqué. Y acomodándonos un poco las ropas salimos en dirección a la puerta. En el camino, Juan Cruz trataba de ocultar su erección con su suéter azul, y mi teta izquierda se bamboleaba libre bajo mi camiseta que tenía evidentes botones sin prender, pero no los suficientes para llegar a mostrar algo.
Pude notar la seriedad con la que nos miraba el dueño mientras no retirábamos del lugar, imagino que habrá visto nuestro espectáculo más que el que ofrecía aquel cantante solista sobre el escenario tratando de imitar sin éxito a Joaquín Sabina. Con cierta maldad, y debido a la desinhibición que el alcohol me produce no abandoné la puerta sin antes tirarle un beso al serio jefe, algo que advirtió mi ocasional acompañante y festejó a carcajadas. Al salir del local, caminamos hasta el auto que había quedado a unos cuantos metros y nos subimos sin dejar de mirarnos todo el camino. Una vez arriba, volvimos a atacarnos a los besos como dos adolescentes en celo, esta vez más libres y con ...