La Excusa Perfecta
Fecha: 30/09/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ominferno777, Fuente: RelatosEróticos
... bombacha junto a la cama, y me dirigí hacia el comedor donde sabía que había dejado el resto: las botas y el jean habían quedado tirados junto a uno de los sillones y el corpiño y la blusa encima de él. Después que junté la ropa y acomodé todo, me fui hasta el baño a toda prisa para darme una ducha antes de irme a casa, no podía aparecer así y menos si llegaba a estar mi novio esperándome. Encontré la puerta del baño rápidamente, estaba entre abierta y desde el comedor se podía ver la bañera. Entré y me bañe lo más rápido que pude, al salir me peiné y me sequé sobre la alfombra, desnuda me dirigí hacia el comedor. Juan Cruz dormía profundamente, y a pesar del ruido que había hecho no dio señales de querer despertarse. Después de ver la bombacha decidí no usarla esa mañana, tenía manchas evidentes del sexo del que había disfrutado la noche anterior, así que la guardé en la cartera en un rincón bien escondida. Me puse el jean, el corpiño, la blusa y las botas a toda velocidad, había logrado bañarme y cambiarme en tiempo record. Aún con los cordones de las botas sin atar me fui hasta la habitación, y sin encender la luz me acerqué al borde la cama para despertarlo y despedirme de Juan Cruz. Después de sacudirlo por un hombro insistentemente, entreabrió los ojos y me miró sorprendido.
-¡Juan!, ¡Juan!, ...
... me voy -le dije-.
-¿Eh?, ¿Qué?
-Me voy. Tengo que irme.
-¿A dónde?
-Me voy a casa.
-¿Te llevo? -me preguntó aún dormido y tratando de incorporarse-.
-No, no, esta bien. No te preocupes. Decime por donde pasa el 147, que ese me deja a una cuadra.
-Acá. En la esquina -dijo señalando hacia la pared, en dirección hacia la calle Güemes-.
-Bueno, gracias. Nos vemos a la tarde. En el trabajo...-me agaché para atar los cordones de las botas, y antes de irme...- Ah, y no te olvides que de esto ni una palabra, eh.
Antes de dejarlo allí me agaché sobre su vientre, un olor a sexo me llenó los pulmones, lo miré a los ojos con cara de atorranta y besé la punta de su pene. Él respondió con una sonrisa, y me observó mientras me retiraba de aquella habitación. Lo dejé durmiendo, crucé el comedor a paso largo y abandoné aquella casa por primera y por última vez. Al salir observé el automóvil en la entrada del garage, y uno a uno me vinieron los recuerdos de los momentos vividos la noche anterior. Mientras caminaba en dirección contraria, hacia la esquina donde pasaría el colectivo, iba imaginándome que cosas podría decirle a mi novio para dejarlo tranquilo y que no sospechara nada, pero tenía la mente demasiado aturdida para esperar un poco de claridad que me dejara inventar la excusa perfecta.