1. Sigo esperando que alguien me viole


    Fecha: 03/10/2019, Categorías: Incesto Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... entonces pude distinguir como a un tipo alto, gordo y pelado, levantó mi mochila, me agarró de un brazo y me obligó a bajarme del tren.
    
    Cuando intenté gritar me tapó la boca. Caminamos por un suelo de piedras, bastante irregular, cuando la bocina del tren anunciaba su partida. El cielo estaba encapotado, negro y escandaloso entre el viento y algunos truenos. El tipo me conducía amarrada a él, y eso me asustaba con la misma intensidad con la que me atraía. Aquella estación era tan sombría que, ni siquiera tenía la boletería abierta.
    
    El tren ya no se oía, ni tampoco los pasos de la gente cuando me tiró en un banco, me desprendió la blusa, me subió el corpiño y me manoseó las tetas con unas manos tan ásperas como gentiles. Estiró mis pezones y se atrevió a chuparlos.
    
    ¡ponete como perrita nena, y dale que no hay mucho tiempo!, dijo medio ronco y violento.
    
    Lo hice. El tipo me subió la pollerita del colegio, me mordió la cola, me pegó y metió sin ninguna delicadeza un dedo en mi vagina. Me lo hizo lamer y luego juntó su cara a la mía para mostrarme cómo él también lo chupaba. Me pidió que saque la lengua y me la tocó con otro dedo que retiró de mi concha. A esa altura yo estaba re caliente.
    
    ¡Ya cogiste vos pendeja?!, me preguntó estirándome la bombacha hacia abajo. Me abrió las piernas, escupió mi culo y mi conchita de pocos vellos. Frotó su bulto inflamado contra mis nalguitas todavía oculto en su vaquero, y luego de un minúsculo segundo oí cómo se desprendía el ...
    ... cinturón y se bajaba la bragueta.
    
    Era demasiado tarde para gritar.
    
    De repente el pene de ese degenerado entra bruscamente en mi sexo, y sus manos me sujetan de los hombros para pegarme más a él. Mis tetas se mecen con el compás de los primeros y más suaves bombazos, y pronto el banco se mueve hacia los costados con mis gemidos imposibles de callar.
    
    ¡Así nena, gritá que acá nadie te escucha atorrantita, sos una rica nena con olor a colegio, sentila toda chiquita!, decía sereno el tipo que, ahora me garchaba con más prisa, me deslizaba un dedo por entre los cachetes del culo y me lo ponía en la boca. Por ahí me manoteaba las tetas y me decía:
    
    ¡cómo se debe calentar tu novio con estas tetas putita!
    
    Le mordí un dedo cuando me lo ordenó, le dije que quería su leche y le juré que no tenía novio, porque me gustaba más estar con uno y con otro a la vez. Me volvía loca la manera de garchar de ese desconocido maniático!
    
    Cuando le grité: ¡cogeme bien hijo de puta, no pares, dame mucha verga!, no hubo mucho más por hacer que su sabiduría le indicó. Sentí que su cuerpo se apartó del mío, me subió la bombacha, me arregló la pollera y me sentó de sopetón en el banco mugriento. Regresó a chuparme las tetas, sin dejarme que le toque la pija, y cuando pensé que se iría como una sombra espectral en la oscuridad, me acostó en las maderas en clenque del banco mojado por las gotas de lluvia que arremolinaba el viento, puso su verga entre mis tetas y el corpiño, se la apretó y ...