1. Mi hija y su padre


    Fecha: 25/10/2019, Categorías: Incesto Autor: CarmenA, Fuente: CuentoRelatos

    ... glande y pasaba la punta de su lengua a lo largo del tallo, hasta llegar a sus gordos huevos, que también besaba emocionada. Mi marido se estremecía de placer por el sabio trabajito que le hacia su hijita. Ella, con sus tetas sobre los muslos de su padre, ya tragaba una y otra vez su durísima y palpitante polla, mientras con sus manos acariciaba sus huevos y sus nalgas. Yo, de vez en cuando, apartaba mi cara de la de mi marido y lo miraba a los ojos, para sentir con él, ese momento sublime que estábamos viviendo los tres.
    
    Mi marido no podía retener por más tiempo su eyaculación y aviso ooohhhhh no puedo más me vieneeeeee... y mi hija trago más profunda en su garganta la polla de su padre y acelero sus movimientos de sube y baja, para provocarle una corrida sensacional, quería hacerlo súper feliz, quería que su padre se acordara, para siempre, de esa primera mamada que le hacia su hija. Se abrazó fuerte mi marido a mí, con su cara pegada a mi cuello y resoplando, mientras inundaba con su caliente leche la garganta y boca de su hijita del alma. Ella se afanaba porque no se perdiera ni una sola gota, tragaba con glotonería, con deleite y seguía chupando su tesoro. Ese tesoro que tanto tiempo le había costado conseguir y que ahora se deleitaba con él en su boca y manos. Nos miraba a los dos, con cara de felicidad y cierta picardía.
    
    Mi marido se levantó a lavarse y nosotras nos quedamos abrazadas y besándonos. Después mi marido nos dijo que se iba a desayunar y que ...
    ... avisaría para que nos subieran a nosotras el desayuno.
    
    Más tarde nos avisó por teléfono, que nos estaba esperando en el puerto. Cuando nos vio, nos hizo señas para que nos acercáramos, había encontrado un barquito que hacia una ruta por la costa, para verla desde el mar. El barco tomo rumbo hacia Málaga, vimos primero Marbella, después muchas urbanizaciones y playas, Fuengirola y más urbanizaciones y playas, hasta que llegamos a Torremolinos y decidimos no volver en el barco, bajamos allí a visitar el pueblo y más tarde entramos a un restaurante a comer. Era un lugar muy bonito, junto a una antigua torre o atalaya, desde allí se divisaba una playa enorme, ya muy visitada. Tenían una variedad de pescados a cual más apetitoso y encargamos varios de ellos.
    
    Como ninguno teníamos que conducir, aprovechamos para acompañar los mariscos y el pescado con abundante y buen vino, que nos puso súper chévere. Una vez que pedimos los cafés y copas, mi marido, que había observado una vitrina climatizada para los habanos, se levantó y escogió dos Cohiba, uno para él y otro para mí. Los cigarrillos apenas los pruebo, pero a veces si me gusta deleitarme con un buen habano, como en esta ocasión. De allí nos fuimos al centro y nos sentamos en una terraza, viendo a la gente tan variopinta que por allí pulula, mientras nos tomábamos unas copas y nos reíamos con nuestros comentarios.
    
    Muy avanzada la tarde, tomamos un taxi y nos fuimos al hotel. Nos duchamos y cambiamos de ropa. Nuestro plan era ...
«1...345...9»