1. Cosas de chicos I


    Fecha: 26/10/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Esta historia es antigua, sucedió en la década del 70 cuando yo era chico, en un pueblo no tan pequeño, pero si lo suficiente como para que todos se conocieran, aunque más no sea de oídas. En mi cuadra no había demasiados chicos, mis amigos eran Jere, que tenía 12 años y los mellizos M*** de 16: Tato y Lucho. Y luego estaba yo, Carlos de 9 años para el momento de estos sucesos. Los mellizos eran mellizos, pero no se parecían en nada, incluso Lucho era bastante más alto que su hermano. Fueron muy importantes para mí porque de ellos aprendí todo lo que se podía aprender en materia de sexo. Ellos la tenían muy clara porque lo vivían en directo casi todos los días y nos contaban a Jere y a mi. La madre de los mellizos los había abandonado de pequeños y Don Pedro, el padre, que era un borracho crónico que vivía de pequeños trabajos en el pueblo o los campos vecinos, se trajo al tiempo una mujer de otro pueblo. Tita, le decían, y parece ser que compartía su gusto por las bebidas. Las malas lenguas decían que ella se dedicaba a la prostitución en su lugar de origen, y en mi pueblo también, según otros, que aseguraban que ayudaba a "parar la olla" y que el propio padre de los mellizos le conseguía clientes. El hecho es que vivían en una casilla medio grande pero sin separación de ambientes, y a Don Pedro y a su pareja, no les importaba tener sexo delante de ellos, quizás por los efectos del alcohol, o simplemente porque al principio los mellizos eran chiquitos y con el tiempo la ...
    ... costumbre naturalizó la situación. Lo cierto es que en nuestras charlas de cordón de la vereda, Jere y yo nos deleitábamos con los pormenorizados relatos de los mellizos. Gracias a ellos nos enteramos de todas las variantes sexuales posibles entre una pareja y recuerdo que lo que más me llamó la atención fue que a Tita le gustara chuparle el culo a Don Pedro y que, según los mellizos, a su padre parecía gustarle mucho también. Me preguntaba si los míos harían también esas cosas, pero por más atención que ponía, nunca los pescaba haciendo nada. Los mellizos aseguraban que incluso se habían animado a meterles dedos en la concha a la pareja de su padre mientras ambos dormían su borrachera luego de tener sexo. Todos esos relatos me excitaban y me hacían poner duro el poroto que tenía como pija por aquel entonces y de dedicaba a masajeármelo cada vez que podía, lo cual siempre me resultaba placentero. Pasar de las charlas a la práctica fue cosa de poco tiempo. Con mis flamantes 9 años, ese verano mi madre me quitó la prohibición de alejarme de la cuadra (apuesto a que fue idea de mi padre) con lo que me permitió irme de aventuras con mis amigos. Al primer lugar que me llevaron fue al "refugio secreto" que no era otra cosa que un claro que habían hecho en medio de un inmenso cañaveral que había a tres cuadras de mi casa, donde terminaba el pueblo. No estaba mal el lugar. Había varios neumáticos viejos de autos que servían como asiento, y hasta un toldo hecho con un lienzo de arpillera, ...
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