1. Diario de un padre V (Vuelvo a las andadas)


    Fecha: 28/10/2019, Categorías: Hetero Autor: xverzo, Fuente: RelatosEróticos

    ... atinaba a encajarle el falo endurecido. La tomé de la cintura, y empecé a empujársela despacio, disfrutaba como mi verga se abría paso cada centímetro, como la humedad tibia de su cuerpo me daba ese placer tan adorable y lo pervertido del momento.
    
    La besé de nuevo mientras se la encajaba con más ritmo, sin soltar su cinturita, cuidando mucho de que no se nos escapara ningún ruido revelador. La intensidad aumentaba, tanto la de los besos como la de las embestidas, como si fuera máquina de escribir, cada vez que sus nalguitas se resbalaban hacia atrás, la halaba al borde del cimiento otra vez. Me detuve un segundo y la bajé del cimiento, empujándola luego hacia la mesa, quedando ella boca abajo y sus piernitas hacia el piso. Nunca había observado de tal manera el culo de mi hija. Quedó paradito, pomposo, suave…
    
    Me abalancé sobre ella, por detrás, agarrando sus manos y poniéndolas en su espalda, como una prisionera. Tan duro estaba que no hubo necesitad de usar las manos, se la metí a puro pulso y tomando el ritmo enseguida porque la situación lo ameritaba. Sus nalgas sonaban al chocar con mi cuerpo en cada embestida, su cuerpo se arqueaba y yo se la empujaba con tal fuerza que en cada embestida movíamos la mesa un poco hacia adelante, solté sus manos y recorrí su espalda hasta llegar a sus tetitas, hacía que se ...
    ... arqueara más y la penetraba más a gusto. En esa posición se vino un par de veces consecutivas, era hermoso verla apretar los dientes y contenerse a gritar, me incitaba a darle con más ganas. La subí a la mesa completamente y la hice ponerse de lado con sus piernas cerradas y sus nalguitas sobresaliendo de la mesa. Sin más contemplación se la volvía meter, esta vez la sensación fue mayor, pues con sus piernas cerraditas me apretaba más la verga su vaginita. Nos mirábamos con deseo, ya sentía que en cualquier momento acabaría, ese momento inevitable. Con mis manos sobre sus muslos hacía palanca y se la empujaba con fuerza, ella se tapó la boca pero aun así podía escucharla gemir y me fascinaba. Yo también apretaba los dientes y prácticamente todo el cuerpo para aguantar, hasta que tuve que sacarle la verga y masturbarme mientras se la restregaba por la rajita de sus nalgas… De nuevo la acabada fue tremenda. Toda su rajita estaba llena de mi lechita, y en los segundos que siguió allí, la lechita se corrió hasta la mesa. Aun nos mirábamos, ahora satisfechos, complacidos.
    
    Guardamos silencio hasta recobrar la compostura. Busqué servilletas para limpiarle su rajita y mientras lo hacía me dijo:
    
    -¡Qué suerte tener de papá al mejor amante!
    
    Y yo solo terminé de limpiarla y le correspondí besando desde sus muslos hasta su boca. 
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