Memorias, entre el pasado y el presente (3)
Fecha: 31/10/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: zorroblanco2003, Fuente: SexoSinTabues
... adelante y atrás sobre la piel. Seguí preguntándole que qué se sentía y el me confesó que aquello era lo mejor que existía en la vida, yo le insistí que si era mejor que comerse una tarta entera de chocolate y el me dijo que por supuesto, aquello no tenía parangón. Habíamos estado paseando por el campo mientras comentábamos lo sucedido y hasta nos dimos un baño desnudos en la charca de la finca. Al hacerlo no pude evitar fijarme en sus partes y compararlas con las mías, supongo que eran manías de adolescencia, que si su pito era más o menos grande que el mío o que si él ya tenía abundante bello en crecimiento y yo la tenía barbilampiña. Sin duda Albert era un buen amigo, se portaba bien conmigo y siempre me enseñaba cosas nuevas. Él era un par de años mayor que yo. Así que un tanto escéptico, en cuanto a lo que me había dicho sobre la masturbación, me despedí de él al caer la tarde y me fui a cenar a casa. Tras la cena, como era mi costumbre, me di un buen baño, después del calor del día y todo el polvo de mis ropas era muy relajante meterte en una bañera de agua fresca y lavarte a fondo. Y como no, allí estaba mi querida Dora, mamá Dora, como la llamábamos en casa toda la familia. Nuestra niñera y ama de llaves en la casa. Para nosotros era como una segunda madre, aunque decirlo así, dada su condición de negra, era un sacrilegio en aquellos tiempos, pero yo no podía evitar sentir un gran amor por ella, mi hermana, aunque más remilgada y altiva, en el fondo la quería igual ...
... que yo, aunque lo negase. El caso es que aquella noche, como de costumbre, Dora me preparó el baño, yo me desnudé y me metí en la bañera. Hacía calor aún y Dora también lo acusaba, así que llevaba únicamente puesta una bata blanca que contrastaba con el tono cobrizo de su piel. Bajo ella se le transparentaba su taparrabos. Hoy, tal vez por lo vivido durante la tarde, me fijé en ella y vi su cuerpo de “otra manera”. Dora era una mujer oronda, le encantaba comer y lo que más le gustaba era el chocolate, pero mi madre, que no podía consentir que algo tan caro fuese a parar a las manos de una sirvienta, lo guardaba bajo llave. Como no yo sabía donde conseguirla y en alguna ocasión le traía un par de onzas que Dora agradecía abrazándome y llenándome de besos como a su niño preferido. Bueno, el caso es que Dora aquella noche se mojaba con un trapo el cuello y los brazos mientras yo me bañaba, para refrescarse. Y poco a poco se fue mojando la tela de su vestido y sus pechos empezaron dibujarse exuberantes bajo la tela, con unos pezones gordos y duros que traslucían el blanco hilo de algodón. Yo empecé a pensar en su trasero, en cómo sería su raja, si sería tan negra como la de aquella esclava que había violado tan salvajemente mi padre. Pensé que si Dora lo tenía todo tan grande, en su raja cabría mi puño, incluso mi “cabeza”. Ahora no puedo evitar reírme al recordar mis pensamientos de entonces. El caso es que para cuando salí del baño y ella me pasó los paños para secarme, mi pito ...