1. Soy la puta de mi primo


    Fecha: 03/11/2019, Categorías: Gays Autor: Ulpidio_Vega, Fuente: CuentoRelatos

    Nadie sabe lo que pasó entre Javier y yo en la casa de mis tíos. O nadie lo sabía porque ahora yo estoy dispuesta a contar todo. Me llamo Rocío, tengo 25 años. Soy lectora de esta página y me ha sido de gran utilidad para poder desplegar mis fantasías sin tantas vueltas. Noté también, y con agrado, que no soy tan rara como pensaba y que hay infinidad de mujeres que se calientan con sus hijos, sus padres, sus hermanos, sus primos, cuñados, suegros, nietos…
    
    Durante muchos años me sentí culpable, como quien dice en pecado, pero mi historia me fue llevando por ese camino y yo no hice mucho para modificarlo. En gran parte porque sentía que mi primo hermano era uno de los pocos que siempre se interesaba en mí y me deseaba y en otra porque siempre me calentó su manera de tratarme, de jugar con la perversidad sin que nadie lo notara.
    
    Empezó como un juego. El me pedía que me sentara arriba de su falda y empezaba a apoyarme la pija en el culo, me pedía que lo acariciara a través del pantalón de deporte y que lo masturbara. El mientras me mordía el cuello, me daba besos en la nuca y me pellizcaba los pezones. Su pija crecía instantáneamente, era ancha y siempre estaba caliente, hervía cuando se la tocaba con las manos o le hacía una paja. Después empezó a pedirme que se la chupara y eso para mí fue descubrir un mundo de sensaciones. Definitivamente creo que gracias a él me encanta chupar pijas.
    
    El proceso siempre era el mismo, primero sentía miedo, pero después me iba dejando ...
    ... llevar por sus palabras y gozaba como una perra en la clandestinidad. El morbo de tener familiares cerca también me excitaba a pesar de la culpa. Se me mojaba la entrepierna imaginando sus manos dándome nalgadas, quería sentir su pija hasta el fondo de mi boca con su mano oprimiéndome la nuca para que no pudiera respirar. Sentía golpes eléctricos en la vagina y acababa con facilidad. Me hice adicta también a los orgasmos y a la masturbación imaginando cosas con él, sus olores, sus guarradas, la manera que tenía de calentarme diciéndome barbaridades.
    
    A veces lo hacía en momentos en los que tenía que tragarme toda la leche sin hacer ruidos para no ser descubiertos. Se me llenaban los ojos de lágrimas, pero me esforzaba en que todo su chorro quedara en mi garganta y para dejársela bien limpia como si nada hubiese pasado. Detrás de una cortina, debajo de un escritorio, en la escalera de mi departamento, en su auto. Una vez, con casi toda la familia en la casa, me obligó a que me escondiera debajo del escritorio, le bajara el bóxer y le hiciera una buena mamada mientras el hacía sus trabajos prácticos de la facultad.
    
    Ser primos hermanos hacía que nos viéramos muy a menudo. Y cuando Javier veía la oportunidad me agarraba con fuerza de la cabeza o de los hombros y me obligaba a chupársela hasta descargar toda su esperma tibia y espesa. Me hizo esclava de su pija y me convertí también en adicta a la leche y nada me importaba más que provocar encuentros para comérsela una y otra ...
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