1. Sin dignidad


    Fecha: 10/11/2019, Categorías: Incesto Autor: axel, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujeres estaban enloqueciéndome en una alocada cosa en la cual yo no era sinó lo que ellas decidiesen que yo aceptase.
    
    Firme y valiente cumplía yo o aceptaba así cuanta cosa ellas me ordenasen o quisieran hacerme, y ellas reían con una explícita cochinéz que para nada ocultaban ni tenían porqué hacerlo. Y...con ellas reía.
    
    En un momento llegué a pensar que si ellas quisieran matarme yo estaba también dispuesto a aceptarlo, pero para nada esa idea estaba en ningún momento en ninguna de ellas siquiera supuesta. Eran..Mujeres! O sea...eran...cosa Superior!
    
    Exacerbaban mis sentidos así sumergiéndome como en mares de un placer casi endemoniadamente loco, haciéndome emitir guturalismos ininteligibles donde mil chillidos, gemidos, suspiros y otras emisiones sonoras tan grotescas como ridículas, les hacía largar sus carcajadas disfrutando de aquel estado en el que me habían colocado y en el cual gozaban así teniéndome.
    
    Una y otra sobre mí cabalgaba follándome sin lástimas ni pudores...¡qué vá!, y era yo, un masculino objeto inferior que sólo virtuoso en aquél mi desmesurado rendimiento de sorprendente fertilidad sexual, podía aguantarlas en esa entrega que me mostraba ante ellas como ese juguete con el que desaforadamente se divertían.
    
    Sin prejuicios ni vergüenzas de ningún tipo, cuando ya las horas de la madrugada amenazaban con traer en cualquier momento las primeras claridades del alba, una de ellas ahí con total ...
    ... claridad delante mío exclamó a las otras:
    
    -"¡Vamos a llevárnoslo hasta nuestra finca de campo, y allí lo tendremos como nuestro juguetito caliente y a partir de hoy ya será nuestro sexual esclavacho y así lo tendremos y será ése, su destino a partir de hoy!"
    
    Me miraron las demás riéndose y estudiando mi reacción, a lo que yo respondí con una cómplice risa que volvió a arrancar sus carcajadas tantas veces ahí repetidas. La que la propuesta había ahí lanzado, alzaba sus brazos dibujando en su hermoso rostro la más socarrona morisqueta celebrando el éxito ya logrado, y yo se lo festejaba riéndome con ella y las demás que se miraban riéndose con risas hacia mí socarronas.
    
    Una salió corriendo a buscar la camioneta en la que volvió al instante casi, y ya me metieron con ellas dentro, y ya salieron de allí conmigo llevándome como flecha hacia ése mi destino donde una aventura de caliente cautiverio donde una plena felicidad me embargaba, para comenzar a marcar un espacio en mi tiempo, que hasta hoy recuerdo como uno de los más dichosos de mi placer de así a aquellas mujeres vivir entregado.
    
    Obvio, que las cosas allí en mi cautiverio vividas, serían tema, para otra historia que para no aburrirlos demasiado ahora, en otro momento tal vez les contaré, así que sin más los dejo despidiéndome hasta la próxima, donde narraré cómo aquellas Mujeres, allá me tenían, y las cosas que con mi más depravado consentimiento, ellas me hacían. 
«123»