1. Por infiel, inicié a mi esposa en la prostituciòn


    Fecha: 12/11/2019, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Yo soy de Guayaquil, soy un hombre endurecido por la vida, que con mucho esfuerzo y tenacidad, monté mi propio negocio y prosperé.Sin embargo, cuando el éxito llegó, nunca dejé de frecuentar a mi gente, ni me avergoncé de ella.
    
    Siendo ya poseedor de una fortuna, comenzaron a invitarme a las reuniones y fiestas de la exclusiva sociedad Guayaquileña. Fue allí donde conocí a Andrea.
    
    Cuando la vi, quedé impactado. Ella era la clase de hembra bella, sensual y fina con la que yo había soñado.
    
    Andrea es blanca, con esa pulposa blancura de leche de las mujeres elegantes, que la hace ver apetecible, y deseosa de ser tomada sexualmente por los hombres.
    
    Su rostro bello, su mirada apacible, y su cuerpo tentador, despertaba en mi un extraño deseo de tomarla,protegerla, y poseerla.
    
    Sus blancas piernas son suaves al tacto. Ella posee unas curvas rotundas y provocativas, y unas nalgas impresionantes y redondas, sin la menor mancha ni celulitis. Esas piernas hacen juego con un vientre perfecto, hecho para el deseo, y un par de senos grandes de aspecto fuertemente erótico, coronados por unas aureolas rosadas, incitantes y carnales. Desnuda, Andrea era la hembra perfecta para la cama, una mujer tentadora y sexy, con sus 1,75 metros de estatura, se la veìa imponente, como una hembra refinada y exquisita, poseedora de un cuerpo voluptuoso y provocativo.
    
    La enamoré, y nos casamos, teníamos ya una niña de 7 años de edad. Por mi personalidad dominante, ella siempre se mostró ...
    ... obediente y delicada.
    
    El sexo con ella; a pesar de su carácter recatado, era intenso y excitante, y muy pronto aprendió las delicias del placer, dados por una marido que la amaba sin celarla, aunque por donde quiera que íbamos, los hombres la seguían con deseo en la mirada. Cuando visitábamos la playa, y ella se ponía sus ajustados trajes de baño, se desbordaba la lujuria, pues ese cuerpo exuberante y blanquìsimo despertaba el deseo de todos. Andrea es lo que llamamos los Guayaquileños una rica hembra "tuco", que daba la impresión de ser una mujer apetecible, deseosa de ser tomada sexualmente por cualquier hombre dominante y decidido.
    
    Tal ves eso fue lo que impulsó a ese maldito a buscarla, y frecuentar la escuela, donde a diario Andrea dejaba a nuestra niña.
    
    Este indeseable, apasionado por mi esposa, la cortejó, la galanteo, y se ganó su amistad y confianza, hasta robarle un beso, que luego se convirtieron en atrevidas caricias, hasta que un día, la culio por primera ves en un motel.
    
    Mi esposa no se resistió, ni dominó. Y a partir de allí, la esposa apacible y tranquila comensò a apasionarse con esos encuentros prohibidos, convirtiéndose en la amante enceguecida; que olvidándose de su esposo y de su hija, se entregó a una pasión sexual que la conquistó, a un hombre que ciego por su deseo, no tuvo reparos en destruir mi hogar, y con quien, hace poco arreglamos cuentas.
    
    Día tras día ese perro se culio a mi mujer durante un mes. Ella estaba cada día más rara, cambió ...
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