1. M A R I N A


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Incesto Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... momento, es que Marina, mi Marina, posaba completamente desnuda, muy abierta de piernas, con sus dedos separando al máximo los labios vaginales, para mostrar con todo detalle los pliegues internos de su coñito sonrosado. Era Marina, no había lugar a dudas, incluso identifiqué sin dificultad el cuarto de baño donde se hizo la foto –era el de sus abuelos-. Además, su rostro aparecía con nitidez. No había ninguna duda: era Marina. El resto de la mañana trabajé como un autómata, sin prestar a lo que hacía la debida atención. Esperaba la hora de salir con impaciencia, pensando cómo abordar con Marina qué le había llevado a tomarse esa foto. En mi cabeza bailaba permanentemente esa imagen pornográfica. Me costaba mucho creer que fuese una de esas crías tan inconscientes que no piensan en las consecuencias de colgar en la red ese tipo de contenido. Una de las primeras preguntas habría de ser a quién estaba destinada esa foto tan explícita. También quién se la había tomado, –no conocía casi nada de su grupo de amistades-. Tampoco tenía constancia de si Marina era virgen o si ya mantenía relaciones sexuales. Jamás se lo pregunté, ni entraba en mi idea penetrar en su intimidad. No sería nada extraordinario que a los 16 ya conociera el sexo, pero ¿Hasta el extremo de enviar esa foto a alguien? ¿Estaría participando Marina en algún grupo de jóvenes promiscuos? Al llegar a casa casi ni comí. Calenté un pre-cocinado en el microondas, una ligera ensalada y a esperar la llegada de Marina. ...
    ... En cambio pasé toda la espera con los ojos fijos clavados en la pantalla del móvil. Estuve muchas veces a punto de eliminar la foto. Pero, cuando llegaba la hora de confirmar el borrado, una sensación morbosa lo impedía. Mi corazón se aceleraba al contemplar sus curvas, aún faltas de rotundidad, sus piernas delgadas, pero fibrosas, sus pechos redondeados, -perfectos para mi gusto-, con sus chiquititos pezones rosados completamente enhiestos y, sobre todo ver su sexo: abierto, húmedo, enfrentándose a la cámara como si la estuviera desafiando. Por primera vez consideré a Marina no solo como mi sobrina, sino también como mujer y no como una niña. Eso me excitó tanto, que mi polla se endureció de tal manera que no resistí la tentación. Abrí la bragueta, saqué la verga y me hice una monumental paja a la vista de la foto de mi sobrina. La eyaculación saltó como un torrente; manché mi pantalón, el sofá, y el suelo. Una gota de esperma cayó –qué casualidad- sobre el móvil, en la parte correspondiente al sexo de Marina. Me sentí despreciable por esa acción, pero mitigué un tanto mi excitación y di satisfacción –momentánea- a la calentura que me consumía. Eliminé los restos de semen, encendí un pitillo, y pensé en Marina con menos ardor y algo más de reflexión. Mi sobrina ya no era una niña; de eso ya me había dado cuenta hacía tiempo. Recordé lo que ocurrió ese mismo verano. Yo le regalé por sus notas un bikini demasiado pequeño creyendo que sería de su talla. Ella quiso agradecerme el ...
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