1. M A R I N A


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Incesto Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... calenturienta. Tuve que meter la mano bajo el grifo intentando que el frescor se extendiese por todo mi cuerpo. -¡Yo la amo! ¿Lo entiendes? ¡La amo! Y ella también me quiere, lo sé. Cuando estábamos juntas todo era maravilloso y ahora… ahora… Elvira está tan lejos. La segunda andanada de lágrimas emergió de sus ojos aun con mayor virulencia que la primera. -Venga, Marina. Vamos a merendar. Verás como luego ves las cosas de otra manera. Mientras buscaba algo para acompañar a la nata me atreví a lanzarle una pregunta. Ya había recordado bastantes detalles de la tal Elvira. -Pero sólo estará allí hasta acabar este curso, ¿no? -Sí. -Contestó Marina agarrando el vaso con las dos manos para calentárselas-. Iba a venir en Navidad pero en lugar de eso viajan sus padres para allá… ¿Puedes creerlo? ¡Qué hijos de puta! Lo hacen a posta para que no estemos juntas… Me odian. Estoy seguro de que me odian. Segundo taco. Pensé que la cosa era realmente seria. -El verano llegará antes de lo que piensas… le dije torpemente; -pero eso no era lo que ella necesitaba oír-. -¡Eso dice mamá! ¡Y piensa que así me da ánimos! No me conoce. No tiene ni idea de lo que Elvira es para mí. Esa revelación me iluminó. Yo no podía ir por el mismo camino que su madre, si lo que quería era consolarla. Así que cambié de táctica. Me senté junto a ella e inundé la nata con trocitos de fresas antes de proseguir. -La foto era para ella pues. – Apunté introduciéndole en la boca un trocito de tortita pringada de ...
    ... dulce. ¡Sí! ¡Uff!… está muy caliente. Casi me quemas. -Perdona, Marina. Tuve más cuidado con la segunda ración y después de soplarla y darle un besito para comprobar su temperatura se la puse entre los labios. Una gotita de nata se rebeló cayendo por la comisura que los separaba. De manera refleja la recogí con el índice, y la llevé de nuevo a su boca para que ella me chupara el dedo, como hacía de pequeña. Después caí en la cuenta de que parte de mi semen podría permanecer todavía en mi apéndice y lo retiré rápidamente, esperando que no encontrase extraño el sabor. Tras una pausa, ella me dio mi ración de igual modo. Completado el intercambio de ritual, prosiguió. -Es solo un juego, tío. Nos intercambiamos fotos. No quiero que Elvira se olvide de mí y por eso lo hice. Ella también me envía muchas. ¿Quieres verlas? No me dio tiempo a responder. En menos que canta un gallo Marina manipuló su móvil, plantando frente a mis ojos una sucesión de fotografías, de relativa buena calidad. La protagonista era una jovencita morena de la que hasta entonces sólo conocía su nombre, pero que jamás olvidaré. Por poco me atraganto. Las instantáneas que pude ver convertían a la de Marina en una niñería infantil; esas otras eran pura pornografía realizada por una linda adolescente: contorsiones extremas; felaciones simuladas; coñitos llenos de multitud de objetos de uso habitual, a cuál más extraño; pezones atravesados por agujas o presionados por pinzas; clítoris retorcidos con saña; anos ...
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