1. M A R I N A


    Fecha: 16/11/2019, Categorías: Incesto Autor: iccs, Fuente: SexoSinTabues

    ... Vestida con el uniforme del colegio privado en el que estudiaba parecía todavía más niña y vulnerable. Daba la impresión de querer refugiarse tras una carpeta, decorada con un montón de fotografías de cantantes de moda. Sin mirarme siquiera, me saludó, llena de vergüenza. -Ho… hola tío, dijo, sin atreverse a entrar. -No te quedes ahí pasmada. Adelante. ¿Tortitas? -No… hoy no… Si algo sé sobre los adolescentes es que someterles a un interrogatorio es tan agotador como inútil. También sé que aquello que sueltan por la boca en un primer momento no tiene por qué ser exactamente lo que piensan, así que, mientras ella se dejaba caer sobre el sofá, yo preparé nuestra merienda favorita. Mi cocina y el salón están separados por un pequeño mostrador, por lo que podía trajinar y mantener la vista en Marina. -Tengo nata, pero hoy no tengo sirope… -No… que no quiero nada, tío. De verdad. Estaba enfrascado en mi pelea por abrir un brick de leche cuando escuché su voz tras de mí. -No… no es lo que piensas, tío. Te lo aseguro… -No hay dios que abra este trasto. ¿Por qué cojones le llaman a esto “abre-fácil”? -Es… es solo un juego, una gansada, una broma entre amigas. -Marina, anda, alcánzame las tijeras, o soy capaz de cometer una locura… -¿Te acuerdas de Elvira? Tío. Fingiendo buscar esa herramienta de corte, buceaba en el obsoleto disco duro de mi cabeza tratando de localizar alguna información sobre la tal Elvira. -¡Sí, claro! Elvira… tu amiga Elvira… ¡Cómo no! -¡Tonto! Te he ...
    ... hablado de ella un millón de veces. Aquello me abrió la carpeta correspondiente. Sólo recordaba algunos detalles, pero con ellos ganaría tiempo. -¡Ah, sí! Esa que está fuera estudiando, ¿no? -¡Finlandia! Tío. ¡Está en Finlandia! Gritó mi sobrina, sacando por fin toda la furia acumulada que llevaba dentro. ¿Puedes creerlo? Tío. Ella no quería ir pero la obligaron. Sus padres son… son… No sé qué cosa llamarles. Tuve que acercarme para ofrecerle un hombro en el que llorar. Con sus botitas de tacón, era prácticamente igual de alta que yo y olía maravillosamente a flores frescas. Mientras sollozaba, sus tetitas rozaban mi brazo y su calor corporal hizo que se me erizase el vello. Por fortuna no se me levantó otra cosa; -por lo menos la paja que me hice a su salud me había servido de algo-. Volví a sentirme fatal por acordarme de eso en aquel momento tan importante. Discretamente me separé unos milímetros para evitar males mayores, pero ella se aferró a mí como si fuera una lapa. Yo era para ella su salvavidas y necesitaba tenerme lo más cerca posible. Hice de tripas corazón y me dejé estrujar en silencio. Mi cuerpo permaneció quieto y sereno frente a su cándido roce, pero no así mi mente y enseguida volví a recordar la dichosa fotografía y me sentí excitado. De la manera más sutil que pude me despegué de ella utilizando el viejo truco de la plancha humeante. -¡Huy, que se queman las tortitas! Y me di la vuelta rogando a Dios que la erección que sentía fuese sólo cosa de mi mente ...
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