1. Mi sobrina querida


    Fecha: 25/11/2019, Categorías: Anal Autor: Euge, Fuente: CuentoRelatos

    ... figura.
    
    Mientras nos dirigíamos a casa le dije que me gustaría ver cómo se vería vestida con lo que compramos. ¿Qué te parece si vamos a casa, te lo probás y cualquier arreglo que haya que hacerle la tía lo hace?
    
    Habló por teléfono con mi cuñada para avisarle que pasaba por casa y que después yo la llevaba para no preocuparla.
    
    En diez minutos estuvimos en casa y, para mi sorpresa, mi mujer no estaba. Había dejado una nota sobre la mesa del comedor anunciándome que se había ido al cine con unas amigas y volvería tarde, que cenara solo, que en la heladera me había dejado algo preparado.
    
    Le sugerí a mi sobrina llevarla a casa y traerla el día siguiente para mostrarle el vestido a la tía pero insistió en probárselo ya que se moría de ganas.
    
    Sin darme tiempo de responder se fue hacia nuestro cuarto y cerró la puerta. Al cabo de un rato me llamó. Estaba de pie delante de la cama y no podía creer que esa mujer fuera mi sobrina. ¡Estaba espectacular!
    
    Me acerqué y le dije que no necesitaría peinarse, solo los cabellos sueltos y tal vez, una hebilla en el costado. Busqué en una de las cajas de mi mujer y elegí una de nácar. Se la puse en la parte izquierda de su cabeza y se la levanté para ver cómo le quedaba. Al levantar los hombros pude ver cómo sus tetas casi se escapaban de los tirantes del vestido.
    
    La hice girar y me puse detrás de ella delante del espejo y le dije que levantara un poco los hombros al tiempo que la tomaba de los senos con las dos manos y se ...
    ... los levantaba para que los tirantes realzaran su figura.
    
    Muchas veces la había tocado y nunca había sentido nada especial, dado la relación familiar, pero era la primera vez que la tocaba en un lugar tan delicado.
    
    Noté que los pezones se erguían. Toqué las puntas y le dije que podría ser un problema que se le marcaran así. No retiré las manos y ella me dijo que no era nada, que al contrario era más sexy aquello.
    
    Bajé las manos y palpé sus caderas y apenas pude descubrir su tanga que ni por delante se le marcaba. Cuando le pasé una mano por detrás dio un respingo y le dije que se pusiera de espaldas al espejo para ver si se marcaba la tanga.
    
    Lo hizo y pude comprobar que nada se veía, tan solo su culito parado y duro, como había ya comprobado con mis manos.
    
    Le dije que estaba preciosa y me alejé para que no se diera cuenta que estaba teniendo una gran erección.
    
    Me comentó que tendría que depilarse porque la tanga era muy pequeña y los vellos se le salían por el costado. Le sugerí ir a algún instituto conocido.
    
    Ella continuaba de pie y yo recostado en la cama con los brazos cruzados detrás de la nuca y con mi bulto imposible de ocultar. Ella me miró y acercándome me dijo por qué no la depilaba yo. No lo podía creer.
    
    Fui al baño a buscar la maquinitas, unas toallas, una tijera, una bolsa de agua y la crema de afeitar que suele usar mi mujer para esos menesteres.
    
    Cuando volví a la habitación estaba sentada en el borde de la cama con el vestido subido hasta ...