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Un hombre casado (mecánico) me convierte en su puta. Parte I
Fecha: 27/11/2019, Categorías: Gays Autor: EduardoDz, Fuente: SexoSinTabues
... me iba a pagar muy bien esas horas extras. Finalmente accedí. Él vino a recogerme como a las 8 de la noche. Se me hacía demasiado tarde y extraño que quisiera que yo fuera. Cuando llegamos al taller, todo estaba silencioso y quieto, no había nadie. Él puso música y prendió todas las luces. Le dije: ––¿Qué haremos? Él no dijo nada, me sonrió y se desabrochó la camisa, se la quitó, sin dejar de verme, fue un momento incómodo para mí. Pero pude ver su pecho marcado y su abdomen de lavadero. Muy marcado todo, y sus grandes brazos. Aventó la camisa y comenzó a moverse con la música. Nunca lo había visto tan alegre. Se acercó a mí y me dijo: ¿bailamos? Estiró su mano y yo me reí y dije que no. ––¡Como de que no! –contestó, agarrándome y pegándome a su cuerpo. Olía muy bien, y comencé a sentir mucha tensión y adrenalina. ––¿Vamos a trabajar o qué. ? Dije mientras me obligaba a bailar con él, pero no me contestaba, sólo sonreía y aplicaba su fuerza sobre mis movimientos. ––¿No te gusta esto, Eduardo? –me preguntó. No contesté. Tomó mi mano y la puso en su paquete. Me tomó por sorpresa esa acción e intenté alejarme, pero él comenzó a reírse de mis inútiles esfuerzos. ––¡No, no! –grité. ––Yo sé que te gusta, he visto como me miras desde que eras un niño, te gustan los machos robustos como yo. No contesté nada, seguí forcejeando hasta que me soltó. Cuando quedé libre no supe por qué no huía de ahí. Tenía una extraña mezcla de sentimientos pero, sabía sentía mucho miedo. ––Acercate, ...
... maricón –dijo como orden, mirandome tiezo sin correr. Estaba sin camisa y su pantalón con el paquete enorme marcado. ––No –dije sin moverme. ––Es tu oportunidad para tener lo que deseas, maricón –dijo tocándose el paquetote. ––No soy maricón. –murmuré. ––Oh, claro que lo eres, Eduardo –dijo manoseandose ahí sin descanso–. Ahora es la úiltima vez que te lo ordeno, sino lo haces por las buenas, te obligaré por las malas. No puedes salir, he puesto candado a todo, y no haya nadie cerca que pueda oírte. ¡Ánda maricón de mierda, arrodillate ante mí! Me tomó de la camisa y con la otra mano me jaló la cabeza hasta que caí de rodillas ante su paquetote y restregó mi cara sobre su pantalón. Sentí un palo en mi boca, cachetes y nariz, parecía que se había metido una herramienta dura ahí. ––Así me gusta. –bramó con voz gruesa, mirándome con lujuría y sobando mi cabeza–. Tienes la cara de galán de telenovela, pinche maricón, vas a ver cómo te la dejo mojada por mi leche. ¿Quieres que te eche la leche en la cara? ––No. –dije, intentando negarme, aunque pensar en eso me excitaba bastante. Era una mezcla de miedo, asco, emoción, deseo, lujuría. ––¡Contesta como el maricón de mierda que eres! –dijo, dandome una cachetada–. Se dice, sí señor, deme su leche. Me resistí a decir eso, pues en ese momento el miedo me dominó por completo. Su voz era tan gruesa e iracunda que empecé a temblar. ––¡Si no dices lo que te digo te irá peor! –gritó, desabrochándose el pantalón y bajando el cierre–. ¡Di: deme ...